Farsa y Justicia del Corregidor
Original de Alejandro Casona
(1900-1966)
Adaptación por Arlene Fuentes
El autor:
El verdadero nombre de este
asturiano es Alejandro Rodríguez Álvarez. Fue maestro de escuela en pequeñas
aldeas y pueblecitos rurales. Desde 1931 a 1936 dirigió el “teatro del pueblo”,
agrupación escénica formada por estudiantes que representaban al aire libre, en
las más variadas localidades españolas, obras clásicas y modernas. En 1937 se
exilió a Buenos Aires, aunque realizó más tarde frecuentes viajes a España,
donde representó sus obras con mucho éxito y donde murió en 1966. Sus obras más
importantes son: La sirena varada (1934), que le valió el premio “Lope
de Vega”; Prohibido suicidarse en primavera (1937); Sinfonía
inacabada (1940); La dama del alba (1944); La barca sin pescador (1945);
Los árboles mueren de pie (1949); La tercera palabra(1953).
Casona ha sido un granconstructor de comedias, con perfecto sentido de lo
teatral y con clara propensión a lo poético. Sabemezclar hábilmente la realidad
con la fantasía, y si carece a veces de auténtica fuerza dramática, sudiálogo
estilizado y su valor humano lo destacan dentro de la producción escénica de
nuestro siglo. Haejercido una benéfica influencia sobre el teatro español.
Farsa y Justicia del Corregidor
(Sala de corte. Entran el Corregidor
y el Secretario de audiencias. Hablan de los vinos y manjares con tierna
malicia. como si estuvieran hablando de confidencias de amor.)
SECRETARIO---Por Cristo vivo que no
recuerdo haber disfrutado en mi vida semejante banquete. Bien pregona la fama
que en cien leguas a la redonda no hay mesa como la del señor corregidor.
CORREGIDOR---Cada edad tiene su
pecado capital. A los veinte padecía la lujuria, a los treinta la ira y a los
cuarenta la soberbia. Ahora, en mis cincuenta corridos, y antes de que me
llegue la avaricia, que es maldición de viejos, bendita sea esta gula que me
libra de tantos males y a la que debo tantos bienes.
SECRETARIO---Según eso, ¿afirma
vuestra señoría que la gula puede ser una virtud?
CORREGIDOR---Sin vacilar. En los
años que lleva en mi secretaría, ¿qué le han parecido mis sentencias?
SECRETARIO---Todo el mundo las
celebra como la suma de la bondad, de la sabiduría y la justicia.
CORREGIDOR---¿Y a qué lo atribuye vuesa
merced?
SECRETARIO---Ante todo a vuestro
noble corazón.
CORREGIDOR---Error profundo. 2
SECRETARIO---A vuestro prodigioso
cerebro salmantino.
CORREGIDOR---Tampoco, hermano. Todo
el secreto está en el estómago. (Mientras sirve licor en dos vasos.) Un
hombre bien comido es siempre un hombre bueno. Un hombre bien bebido essiempre
un hombre sabio. El día que a Salomón se le ocurrió la idea de partir a un niño
en dos,estaba inspirado por una luminosa digestión. (le ofrece un vaso al
secretario y levanta el suyo.)¡Por el nuevo único pecado de carne que se
puede llevar dignamente a mis años!
SECRETARIO---¡Por el nuevo Salomón
de todas las Españas!
LOS DOS---¡Salud! (Beben y
restallan la lengua al probar y juzgar el licor de buena calidad)
SECRETARIO---¿Tostado?
CORREGIDOR---Demasiado viejo para
eso.
SECRETARIO---¿Solera?
CORREGIDOR---Demasiado joven.
SECRETARIO---Entonces moscatel.
CORREGIDOR---<<Tu
dixisti.>>
SECRETARIO---Bendita sea la cepa
madre. (Beben y restallan de nuevo.) Y ese plato que hemos comido, ¿no
podríais decirme de qué dulce milagro está hecho?
CORREGIDOR---¿No lo adivina aún?
SECRETARIO---Por momentos sabía a
pernil de monte; por momentos, a muslo de volatería.
CORREGIDOR---Tal vez fueron ambas
cosas juntas. Piense en una.
SECRETARIO---¿Paloma torcaz?
CORREGIDOR---Demasiado duras; vuelan
largo.
SECRETARIO---¿Perdiz?
CORREGIDOR---Demasiado flojas;
vuelan corto. Piense más alto.
SECRETARIO---¿Pato salvaje?
CORREGIDOR---Menos popular.
SECRETARIO---¿Garza?
CORREGIDOR---Más noble aún.
SECRETARIO---¡Faisán!
CORREGIDOR---¡Bravo, secretario! Ya
está desvelada la mitad del misterio. ¿Vamos con la otra mitad? (Se sientan
juntos en plena intimidad confidencial.)
SECRETARIO---Esperad que recuerde.
Olía a campo y a fruta.
CORREGIDOR---Buen principio.
SECRETARIO---El sabor era de muerte
reciente y en sazón: como de cerdo por diciembre.
CORREGIDOR---Cerca le anda. Pero ¿y
aquella inocente ternura de manteca?
SECRETARIO---¿Lechón, quizá?
CORREGIDOR---Caliente, caliente.
Pero ¿y aquél sabor de carne perseguida?
SECRETARIO---¿Venado?
CORREGIDOR---¡Que se quema! Pero ¿y
aquel gusto bravío de retama?
SECRETARIO---¿Jabalí?
CORREGIDOR---¡Lechón de jabalí con
salsa de ciruelas!
SECRETARIO---¡Alabado sea el
Santísimo! ¿Y a qué espera el cabildo para levantar una estatua a vuestra
cocinera?
CORREGIDOR---¿Cocinera? ¡Vade retro,
blasfemo! Si mi cocinera fuera capaz de tal prodigio, ya hace tiempo que sería
mi esposa. No, hijo mío; las mujeres se quedan en los platos mostrencos: la
olla podrida, la pepitoria o la menestra. Algunas, más audaces, llegan al
estofado de liebre con olivas…, y hasta hay casos aislados de paella. Pero la
cocina artística está reservada al genio del hombre. Y entre todos los llamados
sólo hay un elegido…
SECRETARIO---¡Ciego de mí! No digáis
más: ¡Juan Blas, el posadero!
CORREGIDOR---¡Juan Blas el de las
Manos de Oro!
SECRETARIO---Ahora lo comprendo
todo.
CORREGIDOR---Todo, no. Todavía queda
un detalle sutil. (Se acerca más. Baja la voz.) ¿No percibió en el guiso
cierto aroma furtivo…, como una trampa en el juego…, como una cita con una
recién casada?
SECRETARIO---Sí, por cierto; un
tufillo inquietante.
CORREGIDOR---¡Ay!… Era el perfume
del pecado.
SECRETARIO---¿Qué pecado?
CORREGIDOR---Míreme bien a los ojos.
¿Soy yo un hombre honrado?
SECRETARIO---El más honrado, el más
justo, el más incorruptible de los jueces.
CORREGIDOR---Pues bien, hermano: eso
que acabamos de comer juntos era el producto de un robo.
SECRETARIO---¡Imposible! ¿Su señoría
robando?
CORREGIDOR---Yo pecador.
SECRETARIO---¿Y yo vuestro cómplice?
¿Yo vuestro encubridor por una hora de gula?
CORREGIDOR---Es mi talón de Aquiles.
Póngame delante una sonrisa de moza o una lágrima de viuda, y me verá impávido.
Póngame a los pies todo el oro del mundo, y no me verá doblar la
vara de la justicia. Pero no me
ponga un lechón de jabalí con salsa de ciruelas porque soy hombre al agua. (Levanta
su vaso) ¡Por Juan Blas, el posadero, que Dios me conserve por los siglos
de los siglos!
SECRETARIO---Amén. (Chocan y
beben. Se oyen fuera dos tiros, gritos lejanos
CAZADOR--- ¡Detengan a ese ladrón!
¡a la picota!;
SASTRE---¡El asesino de niños; a la
horca!;
PEREGRINO---¡Mis costillas, mis
costillas!;
LEÑADOR---¡Mi pollino querido…, mi
compañero de fatigas!] y la voz de Juan Blas, que llega corriendo.)
VOZ---¡Socorro! ¡Favor!
SECRETARIO---¡Alto! (deteniéndole.)
POSADERO---¡Que me matan! ¡Piedad
para un inocente!
SECRETARIO---¡Dios de Dios! ¿No es Juan
Blas el posadero en persona?
CORREGIDOR---¡Dejadle paso! (El
Secretario le suelta y Juan Blas cae de rodillas, temblando, a los pies del
Corregidor.)
POSADERO---¡Por su alma, señor
corregidor, sálveme! ¡Cuatro hombres me vienen persiguiendo dispuestos a
arrancarme el pellejo!
CORREGIDOR---¿En mi presencia?
POSADERO---Con la furia que traen
son capaces de todo. (Se oye el griterío llegando a la puerta.
[CASADOR---¡Cien latigazos a ese
ladrón!
SASTRE---¡Venganza para un padre
malogrado!
PEREGRINO---¡Mis costillas, ay mis
pobres costillas!
LEÑADOR---¡Justiciacontra ese
arrancador de rabos inocentes!
TODOS---¡Justicia, señor corregidor,
justicia!) ¡Ahí están! ¡Muerto soy si la vara
de la justicia no me ampara!
CORREGIDOR---Pronto, secretario,
detenga a esos hombres. Y que no entre nadie hasta que yolo ordene. (Sale el
Secretario cerrando la puerta. Fuera va calmándose el tumulto.)
Tranquilízate, hijo mío. ¿Por qué te persiguen?
POSADERO---Por cuatro cosas en que
no tengo culpa: un robo, un mal parto, cuatro costillas rotas y un rabo de
burro.
CORREGIDOR---Nunca escuché juntos
tan extraños delitos. Explícate.
POSADERO---Lo del robo, mejor lo
sabe su señoría que yo. Es aquel lechón de jabalí que me hizo traerle esta
mañana. Imagínese cómo se puso el cazador cuando volvió a buscarlo y se
encontró con las manos vacías.
CORREGIDOR---Era de esperar. Pero
¿no le dijiste que el lechón se había escapado del horno, como te mandé?
POSADERO---¡Nunca tal hubiera dicho!
¡Echó mano a la escopeta jurando como un demonio, y si no pongo pies en
polvorosa a estas horas está su señoría hablando con un cadáver!
CORREGIDOR---Comprendo lo del
cazador. Pero ¿y los otros?
POSADERO---Todo lo enredó mi mala
estrella. Huyendo del cazador le rompí cuatro costillas a un peregrino; huyendo
del peregrino atropellé a la mujer del sastre, que estaba embarazada; y huyendo
del sastre ocurrió la desgracia más sangrienta. La del burro.
CORREGIDOR---¿Qué desgracia y qué
burro son esos?
POSADERO---El burro del leñador. Era
mi única salvación para escapar, pero el maldito animal
se echó al suelo; yo quise
levantarlo a la fuerza tirándole del rabo, y él que no, yo que sí, tanto
tiramos los dos que me quedé de cuajo con el rabo entre las manos. Y ahí están
los cuatro como cuatro furias pidiendo a gritos mi cabeza. ¡Defiéndame señor!
CORREGIDOR---Calma, Juan Blas,
calma. Difícil es tu caso, pero soy hombre agradecido ¡y mal potaje de nabos me
dé Dios si no te salvo! Que más le valiera a la República perder sus
monumentos y su historia que perder un cocinero como tú.
POSADERO---(Besándole las manos.)
¡Gracias, señor, gracias! (El Corregidor sube a su estrado y agita la
campanilla. Se abre la puerta.)
CORREGIDOR---Que pasen los
querellantes, uno a la vez. (Entran el Secretario y el Cazador con su pluma
y taco de escribir y el Cazador con su escopeta.)
CAZADOR---Ahí está el ladrón. ¡A la
picota!
CORREGIDOR---(Imponiéndose a
campanillazos) ¡Silencio! Oigamos en derecho a las dos partes. (Alza el
brazo solemne.) En nombre del Padre, etcétera, etcétera. ¿Jura decir,
etcétera, etcétera?
CAZADOR---¡Juro!
CORREGIDOR---Siéntense el acusado y
el querellante. Queda abierta la audiencia. Escriba, secretario. (Se sienta.)
Que hable el primero.
CAZADOR---(Se levanta.) Yo
señor, soy cazador de oficio. Esta mañana salí temprano al monte y tuve la
fortuna de cazar un faisán y un lechón de jabalí, que juntamente con una libra
de ciruelas, llevé al horno de este enemigo público. Tres horas después vuelvo
con la boca en agua a reclamar mi guiso, ¿y sabe su señoría con qué cuento me
sale el muy bribón? ¡Que se atreva a
repetirlo delante de la Justicia !
CORREGIDOR---Conteste el reo. ¿Dónde
están las ciruelas de este hombre?
POSADERO---Se las comió el faisán.
CORREGIDOR---¿Y el faisán?
POSADERO---Se lo comió el jabalí.
CORREGIDOR---¿Y el jabalí?
POSADERO---No hice más que abrir el
horno y echó a correr hacia el monte como una centella.
CAZADOR---¿Cuándo se ha visto mayor
desvergüenza? Encima del robo, el embuste y el escarnio. ¿No es para mandarlo
al garrote de cabeza?
CORREGIDOR---Calma, cazador, que la
ira es mala consejera. Juzguemos serenamente. Por lo pronto, las tres
afirmaciones que ha hecho el acusado podrán ser sospechosas <<de
facto>>, pero <<en principio>> son indiscutibles. ¿Puede
nadie negar que un faisán coma ciruelas?
CAZADOR---Eso no.
CORREGIDOR---¿Puede nadie negar que
un jabalí coma faisanes?
CAZADOR---Tampoco.
CORREGIDOR---¿Y puede nadie negar
que un animal de monte tire al monte?
CAZADOR---Pero, señor corregidor, es
imposible. El jabalí estaba muerto y bien muerto.
CORREGIDOR---Nada hay imposible ante
la voluntad de Dios. Muerta estaba la hija de Jairo cuando le fue dicho:
<< Dormida estás, ¡despierta!>>
SECRETARIO---San Mateo, capítulo nueve,
versículo veinticinco.
CORREGIDOR---Muerto y bien muerto
estaba Lázaro cuando le fue dicho: <<Levántate y anda.>>
SECRETARIO---San Juan, capítulo
once, versículo cuarenta y tres.
CORREGIDOR---¿Vas a poner en duda
los santos Evangelios?
CAZADOR---¿Qué importan ahora San
Juan y San Mateo?
CORREGIDOR---¿Cómo que no importan?
¡Anote, secretario!
SECRETARIO---Anoto. (Escribe
vertiginosamente)
CAZADOR---De lo que se trata aquí es
de Juan Blas el posadero. Y yo afirmo que un posadero no puede hacer milagros.
CORREGIDOR---¡Imprudencia temeraria!
¿No tienen acaso todos los posaderos del mundo el don de transformar el agua en
vino como en las bodas de Caná? ¡Anote!
SECRETARIO---Anoto.
CAZADOR---Yo no hablo de agua ni de
vino, sino de mi jabato al horno. ¡Y lo que yo digo es que la carne al horno
muerta está y muerta se queda para siempre!
CORREGIDOR---¿Qué dices, insensato?
¿Serás también capaz de negar la resurrección de la carne? ¡Anote!
SECRETARIO---Anoto.
CAZADOR---Pero, señor corregidor…
CORREGIDOR---¡Silencio! ¿Anotó?
SECRETARIO---Anoté.
CORREGIDOR---Lea el folio.
SECRETARIO---Primo: el deponente
confiesa ser cazador de oficio, con desprecio evidente del quinto mandamiento:
no matarás. Segundo: declara impúdicamente no importársele un rábano de los
Santos Testimonios y las bodas de Caná. Tercio: manifiesta abiertas dudas y
recelos sobe el
dogma de la resurrección de la
carne. Cuarto…
CORREGIDOR---Suficiente. Lo siento
por ti, hijo mío. Podría perdonarte que hayas tratado de difamar a un honrado
ciudadano, sin pruebas ni testigos; y hasta que hayas penetrado con armas en el
templo de la Justicia.
Pero esa herejía in fraganti no habrá más remedio que
someterla a la
Santa Inquisición.
CAZADOR---¿La Inquisición ? (Cae
de rodillas) ¡Misericordia, señor! Yo abjuro, reniego y me retracto de todo
lo dicho. ¡Mea culpa, mea culpa, mea máxima culpa!
CORREGIDOR---¿Tiene algo que oponer
el acusado?
POSADERO---Por mi parte puede ir en
paz. Yo le perdono.
CAZADOR---Gracias, hermano Blas.
Gracias, señor.
CORREGIDOR---(Agita la campanilla
y se prepara para sentenciar. Se paran todos) Vista la conciliación de las
partes: devuélvase al posadero la honra y fama que se le había quitado. El
primer faisán y el primer jabalí que cobre el cazador tráigalos a este tribunal
como descargo. Y, previo el pago de veinte reales para ayuda de costas, ásese,
condiméntese y sírvase. ¡Digo!
¡Sobreséase, lácrese y archívese! (Nuevo
campanillazo. Sale el Cazador, se sientan todos, entra el Peregrino y se para
frente al Corregidor.)
CORREGIDOR---(Se para con la mano
derecha en alto) En el nombre del Padre, etcétera, etcétera. ¿Jura decir,
etcétera, etcétera?
PEREGRINO---Juro. (Se sienta el
Corregidor)
PEREGRINO---Yo, señor, soy un pobre
peregrino de vuelta de Compostela. Estaba en la iglesia rezando santamente mi
rosario, cuando siento allá arriba en el coro un estrépito de carreras y
alaridos como de gatos en enero. No hago más que levantar los ojos creyendo que
se hundía el firmamento, y de repente, este posadero del infierno que se me
desploma encima rompiéndome cuatro costillas. ¿Qué va a ser ahora de mí, viejo
y tullido? ¡Justicia en nombre del Cielo!
CORREGIDOR---(encarando furioso
al Posadero) ¡Ah Bestia del Apocalipsis! ¿A un anciano bendito del Apóstol,
en plena oración y en plena iglesia? ¿Cómo puedes disculpar tal sacrilegio?
POSADERO---Yo iba ciego de terror y
entré en sagrado buscando refugio. El cazador me persiguió con la escopeta
escaleras arriba. No me quedaba otra salida que saltar la baranda. Entonces
cerré los ojos y…¡zas! ¿Quién podía imaginar que este santo varón estuviera
debajo?
CORREGIDOR---¡Basta! Has incurrido
en pecado de profanación y la Ley
ha de ser inexorable. ¡Ojo por ojo, costilla por costilla! Vete ahora mismo a
la iglesia y arrodíllate a rezar el rosario. Tú, peregrino, súbete al coro,
cierra los ojos y tírate sin miedo encima de él.
PEREGRINO---Pero, señor corregidor,
¡son siete varas de altura!
CORREGIDOR---Mejor; cuanto más alto
el coro, mayor será el castigo.
PEREGRINO---¿Y si no atino y caigo
en las baldosas? ¿Y si en lugar de sus costillas se rompen otras cuatro de las
mías?
CORREGIDOR---¡Cómo, hombre de poca
fe! ¿Vas a dudar del juicio de Dios?
PEREGRINO---¡No! No es la fe lo que
me falta. Pero pensándolo bien, con las costillas que me quedan, todavía puedo
arreglarme. ¡Y es tan cristiano sufrir y perdonar! Si el señor lo permite
prefiero retirar la demanda. CORREGIDOR---¿Tiene algo que oponer el acusado?
POSADERO---Nada, señor.
CORREGIDOR---En ese caso…(campanillazo
y se paran todos) Visto el mutuo consenso y la cristiana renunciación del
demandante: por esta sola vez, y sin que sirva de precedente, autorícese al
peregrino a seguir viaje, libre de toda costa caución y emolumento. Sobreséase,
lácrese y archívese. (Se sientan todos)
CORREGIDOR---Que hable el tercero. (Entra
el Sastre y se para frente al Corregidor)
CORREGIDOR---(Se para con la mano
derecha en alto) En nombre del Padre, etcétera, etcétera. ¿Jura decir,
etcétera, etcétera?
SASTRE---Juro.
SASTRE---Yo, señor, soy sastre de
tijera, como puede verse. Hace siete años que me casé soñando con un hijo a
quien dejar mi oficio y mis ahorros, pero el fruto esperado no llegaba. Nos
pasábamos las noches enteras rezando juntos, y nada. Las comadres acudían con
yerbas, ensalmos y jaculatorias, y nada. La llevé a las benditas aguas de San
Serenín del Monte, y tampoco. Ya empezaba a desesperar, cuando por fin el
milagro se hizo. ¡Imagínese mi gozo! Día por día le medía la cintura
bendiciendo cada nueva pulgada y considerándome el más feliz de los sastres
padres…
CORREGIDOR---Conmovedora historia,
pero al grano, al grano.
SASTRE---Pues el grano fue que este
mediodía íbamos juntos a la iglesia a dar gracias al Cielo, cuando de repente,
la puerta que se abre de golpe, este energúmeno que sale como una tromba
estrellándose contra mi mujer, y entre el encontronazo y el espanto, ¡mi
trabajo de siete años perdido en un minuto! ¡Justicia contra el asesino!
POSADERO--¡Soy inocente! ¡Si yo hubiera sabido que tu mujer estaba en vísperas,
antes me hubiera dejado arrancar los ojos que rozarla siguiera! ¡Perdón,
hermano sastre!
SASTRE---Nada se arregla con
perdones. Esta mañana yo era un hombre feliz y ahora soy un desdichado. Esta
mañana mi mujer estaba llena y redonda como una manzana, y ahora está floja y
escurrida como un odre. ¡Justicia, señor corregidor!
CORREGIDOR---¡Ah miserable posadero!
¡De ésta sí que no te salvas! ¡Llévate a tu casa a la mujer de este buen
hombre, y no descanses hasta devolvérsela llena y redonda como estaba! ¡Pronto!
POSADERO---(Levantándose resuelto)
¡Vamos!
SASTRE---¡Alto ahí! ¡Protesto la
sentencia!
CORREGIDOR---Protesta rechazada. Si
este infame te ha arruinado una cosecha, ¿no es justo que te devuelva otra
cosecha?
SASTRE---Me niego. ¡Es una
injusticia manifiesta!
CORREGIDOR---¿Insulto a la
autoridad? ¡Veinte reales de multa por desacato al tribunal! (el secretario
escribe vertiginosamente, usando varias hojas de papel)
SASTRE---No me importa el precio.
¡Todos mis ahorros con tal de ver a ese desalmado in la picota!
CORREGIDOR---¿Intento de soborno?
¡Cuarenta reales!
SASTRE---(Desesperado, buscando
amparo en el público) ¿Oyen esto vecinos? ¿Puede consentirse este
atropello?
CORREGIDOR---¿Incitación a la rebelión?
¡Ochenta reales!
SASTRE---¡Apelaré a su majestad! ¡Si
es necesario llegaré hasta Roma!
CORREGIDOR---¿Colaboración con una
potencia extranjera? ¡Ciento sesenta reales! ¿Tienes algo más que alegar?
SASTRE---(calmándose de repente)
Nada, señor, muchas gracias. Solo quisiera hacer constar humildemente—(mira
al Posadero) sin alevosía ni ensañamiento---que, en cuanto al posadero,
renuncio a toda restitución en especie. Mis cosechas prefiero sembrármelas yo
mismo.
CORREGIDOR---Puesto así, puede considerarse.
¿De acuerdo el acusado?
POSADERO---(Con cierto aire de
resignación) De acuerdo.
CORREGIDOR---Conciliadas las partes.
(Campanillazo y en pie todos) Veinte, cuarenta, ochenta, y ciento
sesenta, trescientos reales redondos. Páguese, cóbrese y embólsese. (Sale
elSastre y se sientan los demás) Que hable el cuarto. (El leñador entra
dudoso y confuso, vacila yesconde su rabo. De pronto echa a correr hacia la
puerta donde lo sujeta el Secretario)
SECRETARIO---¡Alto! ¿Adónde va
ese loco?
LEÑADOR---Es tarde y tengo que
llevar mi leña al mercado.
CORREGIDOR---Aguarda, hijo. Primero
tienes el derecho a que se te escuche y se te haga justicia. ¿No traías una
acusación contra este maldito posadero?
LEÑADOR---¿Una acusación yo? ¡Jamás!
Yo juro y perjuro por toda la corte clelstial que mi burro nació sin rabo, que
toda su vida ha vivido sin rabo, y que sin rabo ha de morir en paz y en
gracia de Dios. ¡Con licencia, señor
corregidor! (Sale corriendo)
FIN
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