lunes, 25 de junio de 2012

REGALO DE VAN GOGH


REGALO DE VAN GOGH

de Edilio Peña

PERSONAJES :
LUSTER
GRETA
LA ENANA
EL BOTONES
SUSANA

(Es de noche y de pronto el resplandor de una luz blanquecina entra a la habitación de paredes amarillas: la habitación de un hotel con un espejo redondo en el techo que destaca y refleja el volumen de una amplia cama vestida de blanco. En los extremos, una ventana con persianas y otra puerta que conduce al baño. La habitación es ocupada por una pareja: Luster y Greta. Se les nota bebidos, apasionados y desesperados. Luster viste informalmente una chaqueta de cuero y está  sentado con un periódico frente a una mesita con teléfono. Greta, con una cabellera dorada y los labios púrpura, permanece acostada en la cama, semidesnuda, con unos zapatos rojos de tacones altos. Lleva un cigarrillo entre los labios. Con un pincel, pinta una serpiente en una de sus piernas.)

Escena I

GRETA.-
Bueno, no pierdas más  tiempo. ¡Llámala!

LUSTER.-
El tiempo no se pierde, querida. Quienes se pierden somos nosotros. Ya no eres lo que eras y yo no soy el que fui.

GRETA.-
Luster, déjate de componer frases interesantes y apúrate.

LUSTER.-
Culpa al alcohol o a la coca. Ponen a galopar mi lengua de poeta y profesor.

GRETA.-
He consumido lo mismo que tú y no me ha dado por decir frases rimbombantes.

LUSTER.-
Es que tu pasión es la pintura y la mía es la poesía.

GRETA..-
Los pintores tienden a ser más discretos con la boca aunque sean un volcán de lava silenciosa.

LUSTER.-
Eso serán algunos. De todas maneras óyete, porque también hablas como tu doble…

GRETA.
Bueno poeta, apúrese.

LUSTER-
¿Ansiosa?

GRETA.-
Los labios me arden.

LUSTER.-
Tranquila, mi amor. Pronto, el aliento de un beso clandestino apagará  el fuego de esos labios .

GRETA.-
(Mirando hacia el espejo.) Luster, creo que alguien me mira a través de ese espejo… ¿Será  Van Gogh?

LUSTER.-O el botones del hotel.

GRETA.-
(Cubriéndose las piernas.) ¿Tú crees?

LUSTER.-
Es una posibilidad. Van Gogh no se va asomar al mundo para ver lo que harán en la habitación de un hotel una pareja de esposos ociosos… Van Gogh tiene cosas más importantes que hacer. Es un pintor a tiempo completo. (Luster se pone pensativo mirando hacia el techo.) A esta hora, debe estar pintando un cuadro millonario.

GRETA.-
¿Tú crees?

LUSTER.-
El pobre no lo sabe, pero su futuro marchante sí.

GRETA.-
Yo me siento como Van Gogh.

LUSTER.-
Qué evangélica. Lo único que te falta es una biblia entre las piernas… Eso sí, después de la menstruación…

GRETA.-
(Molesta.) ¿Me trajiste a esta habitación para humillarme…? ¿O para vengarte en mi del triste destino de nuestro hijo?

LUSTER.-
No, vinimos a celebrar nuestro aniversario de bodas.

GRETA.-
Entonces, ¿qué esperas?

LUSTER.-
Que te llenes de silencio entre el amarillo de estas paredes.(Coloca el periódico hacia un extremo y toma el teléfono.)

GRETA.-
( Mirando en torno.) Ay, Luster, ¡tengo miedo!

LUSTER.-
El síndrome de la primera vez.

GRETA.-
¿Lo dices por experiencia?

LUSTER.-
No, también es mi primera vez.

GRETA.-
No lo creo. Eres un pervertido.

LUSTER.-
Pero tú me acompañas en esta pasión divina.

GRETA.-
Hasta ahora en la imaginación. ¿Qué pareja no es pervertida con la imaginación?

LUSTER.-
Hasta ahora… porque la imaginación de estos dos mansos ejemplares está a punto de cristalizarse en realidad.

GRETA.-
Claro, porque la que imaginamos se quedó en la alcoba de nuestra casa. Con los cuentos eróticos, con la películas pornográficas y tu sobrada experiencia.

LUSTER.-

No importa. Somos privilegiados. Esta realidad será más interesante. Tendrá  matices que no previmos… como una pintura a punto de ser concebida por la mano de tu pintor…

GRETA.-

No me asustes.

LUSTER.-

No te asusto, querida. ¿Alguna vez te has asustado con la pintura de Van Gogh?

GRETA.-

Siempre.

LUSTER.-

Perdóname, no lo sabía. En cambio no te asustas con las serpientes de tus cuadros.

GRETA.-

Bueno, ¿qué esperas ? ¡Llámala!

LUSTER.-
Eso intento, pero no me dejas. (Luster disca un número telefónico y espera un poco.) ¡Aló!… Buenas noches… Alguien que quiere encontrarse con una estrella… No, las estrellas de mar no se iluminan como las de la bóveda celeste… Sí… Necesitamos de tus servicios… una pareja…. hotel Continental… numero treinta y nueve… si, como el sesenta y nueve… Ja, ja, ja… (Luster baja la voz y le murmura algo. Greta intenta saber que le dice. Luster hace un gesto negando.) Okey… Hasta luego… Te esperamos… (Luster cuelga el teléfono y respira profundo. Exhala el aliento.)… ¡Listo!

GRETA.-

¿Qué te dijo?

LUSTER.-

Que vendrá  en una media hora.

GRETA.-

¿Tanto tiempo?

LUSTER.-

Debe prepararse, es una profesional.

GRETA.-

¿Qué le decías con tu voz de barítono?…

LUSTER.-

(Disimulando.) Que éramos exigentes…

GRETA.-

¿Y tenías que decírselo tan en secreto?

LUSTER.-

Bueno, se lo decía en broma… una forma de no ser  áspero con ella…

GRETA.-

¿Cuál es su precio?

LUSTER.-

Esas cosas no se tratan por teléfono.

GRETA.-

Hemos gastado casi todo el efectivo.

LUSTER.-

Pero se le puede pagar con la tarjeta de crédito.

GRETA.-

¿Cómo lo sabes?

LUSTER.-

Me lo dijeron.

GRETA.-

¿Quién?

LUSTER.-

Roger…

GRETA.-

Ah, así que estás asesorado. Con razón ayer lo invitaste a salir con nosotros. Mejor hubiera sido que los cuatro nos hubiésemos venido para acá después de la discoteca… A Doris le hubiera encantado.

LUSTER.-

Eso no era el plan… además ellos son nuestros amigos.

GRETA.-

En confianza todo se hace mejor.

LUSTER.-

No me parece. Con una masajista todo es distinto… A Roger y su mujer les fue de maravilla.

GRETA.-

(Pensativa.) Ella nunca me dijo nada.

LUSTER.-

Ella no tiene contigo la misma confianza que tiene Roger conmigo. No trabajan en el mismo lugar. No puedes hablar de tu hijo… normalmente… como ella podría hablar de los suyos. Todo eso forma una amistad, toda eso da confianza…

GRETA.-

¿Quién está  hablando, Cristóbal Colón o Sigmund Freud?

LUSTER.-

Sigmund Freud, mi amor. Tienes que definirte, la ciencia o el arte. No puedes vivir toda la vida encerrada en un laboratorio para luego pintar los fines de semana como Vicente Van Gogh y pasarte las noches insomnes tomando barbitúricos. Tienes que vivir… como yo… fíjate es muy seguro que después de esta experiencia escriba un poema.

GRETA.-

¿Epico?

LUSTER.-

No, un poema sexual. Ni erótico ni pornográfico. Un poema desnudo como el sexo.

GRETA.-

¿Por dónde esperas comenzar, por el clítoris o por el prepucio?

LUSTER.

Eso todavía no lo puedo adelantar.

GRETA.-

(Después de una pausa asediante. Se agita)… Luster, quiero que sepas que lo que miro en el microscopio es mucho más interesante que tu aula de clases repleta de alumnas castas y lúbricas… he podido ver detalles de una realidad que nunca podrás ver a través de ese telescopio personal que guarda el cierre de tu bragueta profesoral… detalles como los que descubrió los pinceles del pintor del cual te burlas a menudo… sólo por celos y porque intento pintar como él…

LUSTER.-

(Aplaude.) ¡Bravo! ¡Bravo!… El memorándum familiar se acaba de completar.

GRETA.-

(Repentinamente frágil.) Luster…

LUSTER.-

Dime…

GRETA.-

¿Y si nos contagia alguna enfermedad?

LUSTER.-

Deber  identificarse. Le pediremos el certificado de salud.

GRETA.-

(Riendo a carcajadas.) ¡Ja, Ja, Ja! Ay Luster, no me hagas caer los dientes de la risa. ¿Cómo le vas a pedir a alguien del que desconoces el certificado de salud?

LUSTER.-

Es sencillo. Su oficio le exige llevarlo encima. Además, yo traje mis preservativos.

GRETA.-

¿Y yo que me pongo?… Me horroriza que me contagien una enfermedad. ¿Te imaginas que por estar experimentando en nuestro aniversario de bodas nos contagien el SIDA ?

LUSTER._

Debiste traerte los guantes del laboratorio.

GRETA.-

¡Qué delicado !

LUSTER.-

No me burlo. También he sido víctima. A mí cuando muchacho me pegaron una gonorrea.

GRETA.-

(Impresionada.) Nunca me lo habías contado.

LUSTER.-

Nunca me lo habías preguntado.

GRETA.-

¿Quién te contagió?

LUSTER.-

La novia de mi hermano.

GRETA.-

No puede ser. Aquella muchacha tan seria que una vez conocí…

LUSTER.-

Ay mi amor… no seas ingenua. No hay sexo serio. Si no pregúntale a Henry Miller.

GRETA.-

¿Y cómo fue que tu hermano no se contagió?

LUSTER.-

Acostumbraba a tener relaciones anales con ella… tú sabes… en aquella época temía desvirgarla… mi hermano pensaba que su novia era virgen. Entonces yo me atreví… una calamidad… la muchacha tenía más experiencia que una masajista del diario… cuando descubrí la gota de pus… pasé más de quince días nadando en penicilina.

GRETA.-

¿Cómo se llama?

LUSTER.-

¿La novia de mi hermano?

GRETA.-

No, la muchacha del aviso.

LUSTER.-

No se lo pregunté.

GRETA.-

Debiste hacerlo.

LUSTER.-

Ya lo sabremos. No te preocupes cualquier nombre tendrá. Pero nunca nos dirá el verdadero.

GRETA.-

¿Y qué nombre aparece en el aviso?

LUSTER.-

No me fijé. (Luster revisa el periódico.) Es curioso, es la única que no tiene nombre. Sólo dice « Estatura interesante. Un oasis de placer.»

GRETA.-

Será  un nuevo ejemplar.

LUSTER.-

Es probable.

GRETA.-

Entonces no le pagaremos con tarjeta de crédito. Podría identificarnos y después chantajearnos.

LUSTER.-

Tienes razón.

(Los dos guardan silencio. Luster se queda mirando fijamente a Greta.)

LUSTER.-

Afrodita.

GRETA.-

¿Cómo?

LUSTER.-

Te llamarás Afrodita.

GRETA.-

No está  mal. Me gusta. ¿Y tú?

LUSTER.-

Baco.

GRETA.-

Pero qué griego te has puesto. Las letras te persiguen hasta en la cama.

LUSTER.-

Por favor, que no te oigan mis alumnas.

GRETA.-

¿Temes desprestigiarte ?

LUSTER.-

No, temo hacerte popular. Te imaginas el espectáculo…

(Se oye un timbre. Greta y Luster clavan sus ojos en la puerta con repentino pánico.)

GRETA.-

¿Tan pronto ?

LUSTER.-

¿Quién es?

EL BOTONES.-

(Desde afuera.) Su pedido, señor.

LUSTER.-

Ah, la botella de champán.

(Greta se pone su falda de cuero, parte de la serpiente que se ha pintado en la pierna, queda oculta.)

Escena II

(Luster abre la puerta y entra el botones con una bandeja en la cual viene una botella de champán dentro de una hielera. La botella es acompañada por dos copas de cristal. El botones resulta ser un joven bien parecido, con su uniforme rojo y sus botones dorados que le dan un aspecto de galán cinematográfico. El botones tararea una  aria de ópera.)

EL BOTONES.-

Permiso.

LUSTER.-

(Indica nervioso.) Colóquela en la mesita.

(El botones coloca la bandeja sobre la mesita. Greta mira al botones con seductora admiración. Greta enciende un cigarrillo y fuma como si estuviera parada ante un cuadro deslumbrante.)

EL BOTONES.-

(Se gira al tanto que estruja sus manos enfundadas en guantes blancos.) ¿Desean algo más los señores?

LUSTER.-

No.

GRETA.-

Yo sí…

EL BOTONES.-

¿Qué desea la señora?

(Luster mira inquisitivamente a Greta.)

GRETA.-

Na… nada… ¿Hay estrellas en el cielo?

El BOTONES.-

(Sonríe y abre la persiana de la ventana. Se asoma.) Sí, señora. Hasta una luna nos mira.

GRETA.-

Gracias, es usted muy gentil. ¿Cómo te llamas?

EL BOTONES.-

Espartaco.

GRETA.-

¿Caramba, Grecia está  repartida por el mundo!

LUSTER.-

(Fulminante.) Te equivocas, Espartaco era un esclavo.

GRETA.-

Tienes una buena voz. ¿Dónde aprendiste esa música?

EL BOTONES.-

¿Cuál?

GRETA.-

La que tarareabas…

EL BOTONES.-

En la Radio Nacional

GRETA.-

Pero qué culto. También oyes la Radio Nacional

EL BOTONES.-

Estudio ópera por correspondencia.(El botones canta un  rea avanzando hacia Luster que lo mira impávido.)

GRETA.-

¡Qué maravilla! Estamos ante el propio talento en persona…

EL BOTONES.-

¡Gracias, señora. Permiso. Cualquier cosa estoy a sus órdenes. Qué lo aprovechen!

LUSTER.-

(A la defensiva.) ¿Qué cosa?

EL BOTONES.-

La botella de champán, señor.

LUSTER.-

Ah…

EL BOTONES.-

¡Buenas noches!(Abre la puerta y sale entonando el  aria de ópera con la que entró.)

GRETA.-

¿Te fijaste?

LUSTER.-

¿Qué?

GRETA.-
¡Qué tipo tan bello! La naturaleza se esmeró en su resplandeciente figura. Nada le sobra nada le falta. Hasta tiene su encanto. Con ese ojo azul y el otro castaño. Es artista, ¡como nosotros!

LUSTER.-

No me di cuenta.

GRETA.-

Detalles que no capta el poeta. Pudiéramos contratarlo también.

LUSTER.-

(Ofendido.) No me interesa ingresar a la fauna de los maricones.

GRETA.-

Pero sí quieres que me revuelque con una mujer para satisfacer tus deseos ocultos.

LUSTER.-

El amor entre dos mujeres siempre resulta más excitante.

GRETA.-

Para ti, yo tengo otros gustos.

LUSTER.-

Anda, brindemos por nuestro aniversario de bodas. (Destapa la botella de champán y sirve las copas. Brindan.) Por estos años de feliz existencia.

GRETA.-

¡Qué original!

LUSTER.-

Amor mío, el sólo hecho de imaginarnos los tres en el blanco deslumbrante de esa cama me produce una erección descomunal.(La besa apasionadamente.)

GRETA.-

Entonces, espérate. No me poseas todavía. Guárdate las ganas.

(Suena el timbre del teléfono. Los dos lo miran expectantes.)

LUSTER.-

¡Es ella! Debe estar avisando desde la recepción que ya está  aquí.

GRETA.-

Dile que suba.

LUSTER.-

Díselo tú.

GRETA.-

(Tomando el teléfono. Práctica.) Aló… sí cariño, sube.

LUSTER.-

Lo has hecho muy bien.

GRETA.-

¿Complacido?

LUSTER.-

¡Absolutamente!

GRETA.-

Ves. Estoy empezando a ser una profesional.

LUSTER.-

¡Como una estrella! (Luster vacía su copa de un solo trago.)

GRETA.-

O como una de tus alumnas.

LUSTER.-

No te detengas en ese territorio y sírveme otro trago.

GRETA.-

(Greta le sirve el trago y se lo lleva.) ¡Aquí lo tienes, querido!

LUSTER.-

¡Gracias paloma!

GRETA.-

Hace falta una copa para ella. La pediré al botones. (Se acerca a tomar el teléfono.)

LUSTER.-

(Bruscamente.) ¡No, mejor no! Nos haremos sospechosos ante el Botones.

GRETA.-

¿Y qué importa?… Entiendo. Bueno, la estrella beberá de mi copa…

LUSTER.-

Me excita que digas eso…

GRETA.-

Me estoy preparando… El volcán está a punto de estallar. Las paredes están vomitando fuego y mi sangre está que hierve.(Tocan el timbre de la puerta.) ¡Ahí está !

LUSTER.-

Abriré yo.

GRETA.-

Adelante, nadie te lo impide.

Escena III

(Luster abre la puerta, pero sin asomarse. Greta deja caer su copa cuando ve que quien está  parada frente al umbral de la puerta es una enana, con una expresión de progresiva malignidad. La enana viste un traje blanco escolar con un bulto en la mano.)

GRETA.-

¿Qué es esto?

LUSTER.-

(Asomándose.)

¡Dios santo!… No lo sabía.

LA ENANA.-

¡Hola chicos!… ¿Puedo pasar?

GRETA.-

¡No! Quédese donde está .

LA ENANA.-

Pero señor, usted me dijo que viniera. Y aquí estoy vestida como una escolar, como usted me lo pidió.

GRETA.-

¿Le dijiste eso… por teléfono?

LUSTER.-

Bueno… si… no.. quería darte una sorpresa…

GRETA.-

Querías que viniera como una de tus alumnas…

LUSTER.-

No, como una de nuestras fantasías… pero no pensé que… (Dirigiéndose a la enana.) Perdone, pero no sabía que usted…

LA ENANA.-

Está  claro en el aviso. Estatura interesante…

LUSTER.-

¡Ah sí!… pero nos hemos arrepentido. Lo lamento.

LA ENANA.-

(La enana entra a la habitación. Camina mirando en torno suyo. Coloca el maletín escolar sobre la cama.)… ¡Entiendo!, es la primera vez, pero puedo ayudarles a vencer el miedo. Yo soy un oasis de placer… algo especial que nunca olvidarán. Podemos entrar en confianza… podemos conocernos tomando un trago… (La enana recoge la copa de Greta y se sirve de la botella de champán.)… Puedo hablar de cualquier tema… ¿Cuál es la profesión de ustedes?…(Luster y Greta se miran la cara sin poder responder.)… Pero esperen, voy a lavarme un poco y ya regreso… (La enana entra al baño.)

GRETA.-

Quiero que se vaya…

LUSTER.-

Espera… ella también ha estado en nuestra fantasía…

GRETA.-

No me acuerdo…

LUSTER.-

Si… una vez invocamos a una enana…

GRETA.-

¡Yo nunca invoqué a una enana!

LUSTER..-

¡Pero yo sí!… No me negarás experimentar este momento… (Greta no sabe qué decir. Está  temblorosa. En ese momento la enana sale del baño, avasallante.)

LA ENANA.-

Entonces, ¿se disponen?

LUSTER.-

Sí… toma el bulto…

LA ENANA.-

Como ordenes… (La enana toma el bulto de encima de la cama.)

LUSTER.-

Vuelve a la puerta…

LA ENANA.-

Vuelvo a la puerta… (La enana vuelve a la puerta y se detiene ante ella. Gira con el bulto en la mano y se queda mirando a Luster.)

LUSTER.-

¡Fantástico! Así te imaginé… Te acercarás a mi con voz infantil… y te dirigirás a mi como si fuera tu maestro … tu profesor… como si llegaras al salón de clases y yo estuviera solo… esperándote… te acercas con angustia… con profunda angustia… porque el tiempo es más rápido que tu diminuta persona… ¿de acuerdo ?

LA ENANA.-

Como usted diga, profesor.

LUSTER.-

Okey. (Luster se sienta en la cama. Saca unos anteojos y se los coloca. Abre una libreta y hace que estudia algún tema importante.) Empezamos…

LA ENANA.-

(Aflautando la voz como una niña.) Buenos días, profesor.

LUSTER.-

Buenos días, Greta.

GRETA.-

(Desconcertada.) ¿Se llamará  así?

LUSTER.-

En la imaginación…(Grave.) Debe llamarse así…

GRETA.-

Pero es mi…

LUSTER.-

¡No me cortes… es mi fantasía!

GRETA.-

¡Pero eso no fue lo convenido!

(Luster se levanta violentamente de la cama y abofetea a Greta.)

LUSTER.-

¡Cállate!

GRETA.-

¡No me pegues! (Se paraliza llorando.) Sí… me callaré.

LUSTER.-

(Sentándose en la cama.) Pase adelante, Greta. (La enana se acerca a Luster caminando con el maletín escolar. Luster la mira avanzar hacia él, verdaderamente excitado. Traga saliva.) Tome asiento.(La enana se dirige hacia la silla disponiéndose a sentarse en ella. Luster la detiene con un grito.) ¡No! en el pupitre no. (Luster palmea una de sus piernas.) Aquí, sobre mi pierna. (La enana se sienta en una pierna de Luster.) Muy bien… Greta…

LA ENANA.-

Si, profesor…

LUSTER.-

He querido que seas obediente como las monjas.

LA ENANA.-

Trato profesor. Pero el tiempo es más rápido que mis pequeños piececitos…

LUSTER.-

Otra vez has llegado tarde a la clase. Todos se han ido y estamos solos… Y yo estoy bravo como el sol.

LA ENANA.-

No se volverá  a repetir, profesor…

LUSTER.-

Debo castigarte…

LA ENANA.-

¿Me castigará ?…

LUSTER.-
Sí, la desobediencia se castiga… a ver… permíteme la trenza de este zapato… (Luster zafa la trenza del zapato diminuto de la enana)… te lo quito… ahora esta media… (Luster le quita la media.)… te la quito… ahora deslicemos la mano sobre esta piernita rellena de carne… ascendamos bajo la nube de tu falda y hurguemos este camino lleno de vellos… (Luster introduce su mano debajo de la falda de la enana.) Empieza el castigo… a partir de ahora llegarás temprano a la escuela… ¿de acuerdo?

LA ENANA.-

Sí, profesor… ¡ay!

LUSTER.-

No llegarás tarde…

LA ENANA.-

Si, profesor… ¡ay!

LUSTER.-

Serás la primera entre todas mis alumnas…

LA ENANA.-

Si, profesor… ¡ay!

LUSTER.-

¡Correrás más rápido que el tiempo… que las hojas de los  árboles…!

LA ENANA.-

Sí, profesor… ¡ay!

LUSTER.-

Ahora… te castigaré duramente… ya no será  con los dedos de mi mano…. será  con otra cosa… te castigaré atravesando la pequeña hendidura de tu cuerpo con un puñal de carne… ¡El puñal de Baco!

LA ENANA.-

¡Pronto, profesor, saque ese puñal y entiérremelo hondo! Vamos, que mi desobediencia puede repetirse.

GRETA.-

(Greta grita no pudiendo soportar lo que mira.) ¡No!… (Se abalanza sobre la enana y se la quita de las piernas a Luster.) No ¡ No!… ¡Váyase de aquí!

LUSTER.-

¡Espera… no la eches! ¡No ves que apenas comenzamos!

GRETA.-

¡No la soporto!… ¡Es como si viera a nuestro hijo en manos de un sádico!

LUSTER.-

¡Esa es tu mente!

LA ENANA.-

¿Pero a mí que me importa que yo me parezca a tu hijo…? yo me parezco a mi padre y a mi madre… y eso no me impide hacer mi trabajo…

GRETA.-

¡Cállese la boca y se va inmediatamente de aquí!

LUSTER.-

¡Espera!

GRETA.-

¡He dicho que no! (Greta toma a la enana por una brazo y la saca fuera de la habitación tirándole la puerta encima.)

LA ENANA.-

(Grita desde afuera.) ¿Que esperabas? ¿A Marilyn Monroe? … ¡No te será  fácil conseguirla!… ¡Marica!

(Greta se pone a llorar pegada de la puerta. La enana golpea la puerta desde afuera. Greta se desliza hasta el suelo, sin fuerzas.)

LUSTER.-

Estás confundida. (Luster la toma cargada y la acuesta en la cama.) No te confundas mi amor, es una fantasía lo que estamos viviendo.

LA ENANA.-

(Desde afuera.) ¡Necesito que me paguen! ¡No me movilicé hasta acá  para que me embarcaran! Me sobran clientes para perder esta hora con una pareja de inexpertos… ¡Páguenme o si no los denuncio!

LUSTER.-

(Abriendo la puerta.) ¡Deje de gritar! ¡Le vamos a pagar!… (La enana se calla. Mira enfurecida a Luster. Entre tanto Greta llora sobre la cama desconsoladamente.) ¿Cuánto son sus honorarios? (Luster saca su cartera y cuenta los billetes que tiene.)

LA ENANA.-

Tarifa completa.

LUSTER.-

¿Cuánto es eso?

LA ENANA.-

Todo el dinero que tocan tus manos.

LUSTER.-

(Le entrega todos los billetes.) Tenga. Y desaparezca.

LA ENANA.-

(Contando los billetes.) Gracias. Si quieren les puedo conseguir algún cadáver o un mutilado…

LUSTER.-

(Cerrando la puerta.) ¡Váyase! (La enana vuelve a tocar) ¿Y ahora qué quiere?

LA ENANA.-

¡Mi zapato y mi media!

LUSTER.-

(Luster toma el zapato y la media. Abre la puerta y se la devuelve a la enana.) ¡Tenga!

LA ENANA.-

Gracias.

LUSTER.-

(Luster cierra la puerta sobre la enana. Se voltea y mira llorar a Greta sobre la cama. Luster se le acerca y le masajea los hombros.) No te preocupes mi amor, lo intentaremos de nuevo.

GRETA.-

¡No!… ¡Con una enana, no!… Mejor nos vamos a nuestra casa. Nuestro hijo debe sentirse solo…

LUSTER.-

Por favor… no lo invoques ahora. ¿De verdad, a quién viste, Greta?… ¿A quién viste sentado en mi pierna?

GRETA.-

No por favor… no me hagas esa pregunta…

LUSTER.-

¿A quién viste?

GRETA.-

¡Me vi a mí…!

LUSTER.-

¿Y el otro… quién era yo?

GRETA.-

Mi padre…

LUSTER.-

Entonces…

GRETA.-

Pero no quiero recurrir más a esa imagen…

LUSTER.-

Pero esa es la imagen que me pides cuando hacemos el amor…

GRETA.-

¡Pero ahora ya no más!… ¡Nunca más!

LUSTER.-

Está  bien… está  bien… (Luster saca un tubito de cocaína y le ofrece a Greta.) Toma, anímate. (Greta aspira. El se sirve también.)

GRETA.-

Tengo miedo. Alguien me persigue como el destino. Y yo no sé lo que pueda hacer conmigo… ¿No lo entiendes?

LUSTER.-

(Tragando con angustia.) Espera, paloma. No vayas a volar tan alto. Fue como una de tus pesadillas. Una pesadilla que conjuramos. No te desencantes. No te olvides que hoy es nuestro aniversario de bodas. Estamos celebrando. Ríete de todo lo que nos ha ocurrido… ríete… (Luster busca reírse. Greta lo secunda con una sonrisa forzada. Luster insiste con una carcajada. Greta lo acompaña hasta privarse los dos de la risa.)

Fin del primer acto.

SEGUNDO ACTO

Escena IV

(Luster y Greta han llamado una nueva masajista: Susana. Alta y de tez morena. Con un vestido ajustado y brillante. Dispuesta a hacer lo que le pidan. Susana está  parada frente a la cama con un maletín de médico. Luster permanece caminando de un lado a otro. Greta, sentada en la silla, juega con los pinceles. En la mesita se han acumulado varias botellas de champán que Luster y Greta han bebido antes de llegar Susana.)

LUSTER.-

(Dirigiéndose a Susana mientras toma una botella de champán.) ¿Quiéres una copa de champán?

SUSANA.-

¿Champán?… ¿Qué celebramos?

GRETA.-

Nuestro aniversario de bodas.

SUSANA.-

¡Fabuloso! Los felicito… Hace tres meses celebré unas bodas de plata… recorrí medio mundo en un crucero… era una pareja encantadora. La nieve de las canas poblaba sus cabezas. ¿Qué tiempo tienen ustedes de casados?

LUSTER.-

(Destapa la botella.) Una eternidad…

SUSANA.-

Entiendo… Vidas privadas. Máximo de discreción.

GRETA.-

(Le lleva la copa a Susana.) ¡Toma tu trago, Susana! (Deslizando una mano por la piel de Susana.) Caramba, tienes una piel ociosa, lozana… estimulante y luminosa…

SUSANA.-

¿Eres poeta?

GRETA.-

No, el poeta aquí es él. Mi pasión es la pintura.

LUSTER.-

No te precipites. Guarda la discreción que debes.

GRETA.-

No me regañes.

SUSANA.-

Bueno… pongámonos de acuerdo en nuestro negocio.

GRETA.-

¿Cuál negocio?

SUSANA.-

El de ustedes y el mío.

GRETA.-

¡Ah!, lo llamas negocio. No lo sabía.

LUSTER.-

Es una profesional.

GRETA.-

Gracias por recordármelo.

SUSANA.-

Primero, podemos iniciar una sesión de una hora… si quedan satisfechos la podemos prolongar a otra hora más… y si se entusiasman amanezco con ustedes y el sol. ¿Les parece?

LUSTER.-

Suena fascinante…

SUSANA.

Lo será, querido. Lo será.

GRETA.-

La noche espera por nosotros.

SUSANA.-

La cama, querida. La cama.

LUSTER.-

(Sentiéndose en la cama con la copa de champán.) En la cama está la historia del hombre… en ella se amaron el hombre y la mujer… en una cama se concibió al primer hombre… y en ella fue asesinado y torturado…

GRETA.-

Y suicidado…

SUSANA.-

Que poético. ¿Puedo hacerles una pregunta?

LUSTER.-

No debieras. Pero hazla, para ver si la podemos responder.

SUSANA.-

¿Es la primera vez, verdad?

(Greta y Luster guardan un prolongado silencio. Greta prende un cigarrillo y fuma intranquila.)

GRETA.-

Sí…

SUSANA.-

Lo suponía. ¿Alguno desea ducharse antes de comenzar?

LUSTER.-

¿Percibes algún olor perturbador?

GRETA.-

Estamos… limpios. Claro, a veces siento que tengo sucio el corazón o la cabeza.

SUSANA.-

No lo digo por eso, sólo les sugiero refrescarse. Yo antes de venir me di una ducha de espuma perfumada.

LUSTER.-

No es necesario. (Inquisitivo.) ¿Me puedes mostrar tu certificado de salud…?

SUSANA.-

¡Cómo no…! (Abre su cartera y saca una carnet.) Aquí lo tienes. No te sorprendas, la de la fotografía soy yo.

LUSTER.-

(Revisando el carnet.) Increíble, parecen hermanas. Es correcto. (Se lo entrega a Greta.) Toma. Mira que parecido.

GRETA.-

(Viendo el carnet.) Verdad. La hermana que no pude tener. Mi hermana en negativo. Estás muy bien… esto nos da mucha tranquilidad… (Le devuelve el carnet a Susana.)

SUSANA.-

¿Y el de ustedes?

LUSTER.-

(Desconcertado.) ¿Cómo?

SUSANA.-

¿El certificado de salud de ustedes?

GRETA.-

(Sin poder dar una explicación.) No lo tenemos…

LUSTER.-

(Acorralado.) Se quedó en nuestra casa.

GRETA.-

Anda a buscarlo, mi amor.

LUSTER.-

Un momento. Yo no soy ningún office boy para que me mandes.

SUSANA.-

No, no hace falta. Haré una inspección ocular…

GRETA.-

¿Una qué?

LUSTER.-

Nos revisará …

SUSANA.-

Exactamente. Eso es lo que voy hacer.

GRETA.-

(Mueve la cabeza medio borracha.) Aquí la única bionalista soy yo.

SUSANA.-

Ah, también estamos entre médicos.

GRETA.-

¿Quiéres recibir algunas clases?

SUSANA.-

Mi experiencia me ayudará. Yo también tengo que cuidarme de una enfermedad. Una nunca sabe.

(Susana se quita el vestido y queda en sostén. Un liguero negro de blonda y encajes rojos destaca un cuerpo espectacular.
Luster emite un silbido cuando la ve totalmente desnuda.)

SUSANA.-

¿Te gusta?

LUSTER.-

Tienes un cuerpo fabuloso.

GRETA.-

No me provoques.

LUSTER.-

No, querida. Tú también deslumbras.

SUSANA.-

Bueno, ¿quién de los dos se desnudará  primero?

LUSTER.-

¡Yo! no quiero perderme esa inspección ocular.(Se despoja de la chaqueta.)

GRETA.-

(Asustada.) Nosotros estamos absolutamente sanos… somos una pareja decente… (Apaga el cigarrillo en un cenicero de la mesita.)

SUSANA.-

Se les nota…

LUSTER.-

Por favor, no viniste a hacer el ridículo.

GRETA.-

(Grita desaforadamente.) ¡No me humilles delante de la gente!! No estás en un salón de clases…¡No soy una de tus alumnas!

SUSANA.-

¡No se peleen! Vamos, desnúdate Afrodita.

GRETA.-

(Apenada. Sonríe ebria.) En el baño.

SUSANA.-

Si lo prefieres. Y tú Baco, anda despojándote de la piel…que lo que viene es Eneas.

LUSTER.-

(Ríe a carcajadas.) Ja, ja, ja!…

SUSANA.-

(Riendo igual que Luster.) Ja, ja, ja!… (Toma el maletín y luego la mano de Greta.) Vamos hermanita.

GRETA.-

Como tú digas hermana… de la caridad. (Deteniéndose en la estatura de Susana.) … Mi hermana mayor…

( Susana se introduce en el baño con Greta. Luster empieza a desvestirse. Silba una canción disfrutando los comentarios de Susana en torno al sexo de Greta.)

SUSANA.-
¡… Huuuyyy doctora…! pero qué hermosa es usted… No se preocupe, mis manos son como papel de seda… recorramos el borde del cráter con la yema de los dedos… suavemente… como el jardinero ante el pétalo de la primera rosa que se desnuda… un jardinero sin uñas que te maltraten… qué labios tan gordos y calientes… alta temperatura… estos labios son como una pulpa deliciosa al borde de los dientes de esta serpiente que rodea tu pierna… parecen sonreírles al visitante afortunado… pero descendamos al fondo como una lengua maliciosa… ¡Caramba! En el fondo todo es como un corazón de fuego que palpita a la espera de alguien… late… late indetenible como las campanas de una iglesia fantasma… no te pongas tensa y controla lo que te avasalla!… adminístralo querida… a ver… así… querida, ¿ese lunar que tienes, es hereditario?

GRETA.-
Sí.

SUSANA.-
¿De tu madre o de tu padre?

GRETA.-
De mamá …

SUSANA.-

Eres realmente un encanto… estás muy bien… la perfumaste antes de venir.

GRETA.-

Sí…

SUSANA.-

¿Qué tipo de perfume usas?

GRETA.-

Pasión…

SUSANA.-

Caramba, Elizabet Taylor también nos acompaña. Hueles muy bien. La próxima vez lo incorporo a mi nuevo look. Estamos listos contigo. ¿Qué le pareció mi inspección ocular, doctora?

GRETA.-

¡No está nada mal, hermanita!

SUSANA.-

Gracias.(Gritando.) ¡El siguiente!….

LUSTER.-

¡Voy!… (Luster se dirige en interiores hacia la puerta del baño. Se topa con Greta en el umbral, trae la falda en la mano.) ¿Cómo te sientes?

GRETA.-

Más o menos. Una lluvia de piedras está  arreciando.

LUSTER.-

No te vayas a arrepentir.

SUSANA.-

¡Vamos, que el tiempo corre!…

(Luster entra al baño y Greta se sienta en la cama mirando hacia el espejo. Se pone una mano en la oreja, pensativa. Susurra una música clásica.)

SUSANA.-

Caramba Baco, lo que tienes por sexo es una pata de cabra…

LUSTER.-

¿Te gusta?

SUSANA.-

He visto mejores… Pero el tuyo promete ser un cosaco… Se levanta como el mástil de un barco perdido en la mar océano… pero no hay piratas ni en la proa ni en la popa… pero veamos el rojo de esa hendidura… ¿Qué es esto…? ¿un grano de arroz?

LUSTER.-

No, eso es papel toilette.

SUSANA.-

Ah, pensé que te había dado por la agricultura. De todas maneras estás muy bien… se ve que tu mujer te lo mantiene limpio y lubricado…

(Greta sonríe amargamente. Susana sale del baño junto con Luster. Susana coloca el maletín sobre la cama y lo abre.)

SUSANA.-

Bueno señores, les explicaré cómo comenzará  nuestra sesión…(Indicando el maletín.) Aquí he traído mis instrumentos de trabajo…

GRETA.-

¿Instrumentos de trabajo?…

SUSANA.-

Sí, mi amor… también para estos menesteres uno está  provista de instrumentos de trabajo… a veces hay clientes exigentes… y otros que desean experimentar sensaciones nuevas…

LUSTER.-

Así es…

SUSANA.-

(Extrae algunos instrumentos del maletín, los va colocando en la cama y explica su uso.) Esto que ven aquí… es un vibrador eléctrico… excelente para el masaje facial pero también para el labio donde está  oculto ese lunar… Esto, como ven es un látigo.., con el cual se puede lograr a fuerza de algunos maltratos producir orgasmos infinitos… por supuesto, amarrados a la cama con estas esposas… y con esta navaja se pueden cortar algunos vellos perturbadores… este perrito de cuerda se utiliza para que su lengua ronde el cuerpo de ustedes… claro que en la casa yo tengo un doberman… si les interesa lo puedo mandar a buscar…

LUSTER.-

(Asustado.) No… no… así está  bien. ¿Verdad, mi amor?

GRETA.-

(Aterrorizada.) Sí, mi vida.

LUSTER.-

¿Y el precio…?

SUSANA.-

Después del trabajo… Bueno… vamos a relajarnos… (Quita el maletín.) Acuéstense en la cama mientras yo, con un pequeño masaje les elimino las tensiones del cuerpo y el alma…

LUSTER.-

(Adelantándose.) Masajéala primero a ella.

GRETA.-

¿Qué pretendes?

LUSTER.-

¡Nada mi amor, mirar. Es parte del placer.!

GRETA.-

Pero no te vayas tan lejos .

LUSTER.

No te preocupes, estaré a la orilla.

SUSANA.-

Acuéstate boca abajo, Afrodita.

(Greta se despoja de su blusa y sostén, se acuesta boca abajo en la cama y Susana se monta a horcajadas sobre su espalda. Luster se sienta en la silla y mira a las dos mujeres. Extrae el tubito de cocaína y absorbe un poco.)

SUSANA.-

¡Tranquila…! Estira los brazos… deja que se desmayen las persianas de tus ojos… respira profundo como en el medio del bosque y entrégate porque a partir de ahora estamos en el cielo… en el cielo de las estrellas… tienes una linda cabellera… resplandeciente como el oro… el cuello de un cisne en un lago de lirios… las nalgas de un melocotón y las piernas como los remos de una adolescente sedienta… y unos vellos… ¡Dios mío, qué vellos!

GRETA.-

¡Como las barbas del pincel!

SUSANA.-

Se nota que estás excitadísima…

GRETA.-

Sí… todo lo que se refiere a la pintura me excita. Estoy siendo devorada por el corazón del fuego…

(Greta se gira violentamente y toma el rostro de Susana. Le da un apasionante beso. Luster se emociona. Pero en ese momento se oye el teléfono que repica.)

LUSTER.-

(Tomando el teléfono.) Aló… Sí… ¿De parte?…(Atónito. Le extiende el teléfono a Greta.) La muchacha de servicio.

GRETA.-

(Se levanta de la cama y toma el teléfono.) Aló… sí… soy yo.. ¿otra vez el niño tiene el ataque…? ¡dale la pastilla azul y amárralo…! Okey, Luisa y no vuelvas a llamar más… (Cuelga el teléfono apesadumbrada.)

LUSTER.-

Pero Greta, ¿cómo se te ocurre darle el teléfono del hotel a la muchacha de servicio?

GRETA-

¿Es algo malo?

LUSTER.-

No es que sea malo.(Furioso.) ¡Pero esto me corta!

GRETA.-

(Se sirve otra copa de champán.) ¡Es nuestro hijo…!

LUSTER.-

¡Qué se muera! (Gritando.) ¡Pero es absurdo!… Ese mongólico no lo parí yo!…

GRETA.-

(Lanza la copa contra la pared.) ¡No te vengues en público!…

LUSTER.-

Aquí el único público es Susana…

GRETA.-

¡Justamente!, Susana no tiene porqué enterarse de nuestras intimidades.

SUSANA.-

(Estalla en carcajadas.) ¡Ja, ja, ja!

GRETA.-

(Pensativa.)… Yo pensé que todo iba a ser distinto. Qué importa que ahora tengamos una casa, un empleo, que tengamos una vida más o menos cómoda… que seamos artistas los fines de semana… qué importa todo eso si la sangre nos separa. La sangre se negó a darnos el fruto que nuestro amor quería. Porque tu sangre y la mía, cuando se juntan, se convierte en veneno… y del veneno, sólo puede nacer monstruos… (Después de un rato, prende un cigarrillo.) Continuemos…

LUSTER.-

¡No! Yo no puedo continuar.

SUSANA.-

(Tomándolo por la muñeca.) ¡Ven acá, Baco!

LUSTER.-

¡Yo no me llamo Baco!

SUSANA.-

Tranquilo cariño, yo tampoco me llamo como me llamo. Pero igual que tu mujer tengo un hijo que me cuida una muchacha de servicio… Claro, no le dan ataques… No puedes ponerte con las mujeres en plan torturador.

LUSTER.-

¿Eres lesbiana?

GRETA.-

¡Luster, un poco más de respeto!

SUSANA.-
Ah, así que te llamas Luster. Nombre interesante.

LUSTER.-
(Amenazante.) ¡Hazme el favor de olvidar ese nombre! (Dirigiéndose a Greta) ¿Por qué le dijiste mi nombre?

GRETA.-
No tuve la culpa, se me salió.(Vengativa.) A la otra tú le dijiste el mío…

LUSTER.-

¡Nunca supo que fuera el tuyo!…

SUSANA.-

Qué carácter. Te pones igualito a mi marido.

GRETA.-

¿Eres casada?

SUSANA.-

No, soltera y con muchos compromisos. Ustedes están en la agenda.

LUSTER.-

¡Me sacas de allí!

SUSANA.-

Ven acá … (Abraza a Luster que intenta resistirse sin mucha fuerza.)… Mi cosita linda… Ummm… estás excitadísimo… pobrecito… se cortó justo en el momento en que todo subía de color… estás caliente…

GRETA.-

(Celosa.) ¡Por favor… hágame el favor de no abusar de mi marido!

SUSANA.

(Harta.) ¿ Pero ustedes están locos?

LUSTER.-

(Desconcertado.) ¿Qué pasa Greta?

GRETA.-

¡No me gusta que te acaricie!…

LUSTER.-

Pero hace un momento te acariciaba a ti… hasta la besaste y yo no dije nada.

GRETA.-

Pero a ti te gustaba… ¡a mí no!

SUSANA.-

¡Un momento!… esto es fácil de resolver… ¿por qué no vienen los dos y se acuestan aquí en la cama?… apagamos las luces y lo hacemos divino… Nadie nos mirará …

GRETA.-

(Misteriosa. Mira hacia el espejo del techo.) Te equivocas, Susana. Alguien nos está  mirando.

SUSANA.-

Sí… ¿Quién?

GRETA.-

Van Gogh.

SUSANA.-

¿Y quién es ese señor?

GRETA.-

Es un pintor amigo mío.

SUSANA.-

Lo podemos incorporar a la fiesta.

GRETA.-

No puede venir.

SUSANA.-

¿Por qué?

GRETA.-

Porque está  pintando…

LUSTER.-

No le hagas caso, Susana. Greta ha bebido demasiado y está  delirando…

GRETA.-

Contigo…

SUSANA.

Bueno, vamos a la cama ¿sí o no?

LUSTER

¿Qué dices, Greta?

GRETA.-

Con una condición.

LUSTER.-

¿Cuál?

GRETA.-

Que suba el botones del hotel…

LUSTER.-

Pero…

GRETA.-

¡O sube él o yo no voy a la cama con ustedes!…

SUSANA.-

Esto se pone interesante…

GRETA.-

Luster, quiero mi regalo de aniversario de bodas completo.

LUSTER.-

Si quieres un hombre, aquí estoy yo.

GRETA.-

Tu nunca has sido mi hombre.

LUSTER.-

Ah, ¿no?… ¿Entonces, quién?

GRETA.-

(Levantando la mano.) Mi mano derecha. Ella ha sido el hombre de mis noches. Porque tu nunca estás… has sido hombre de otras, no de mí.

LUSTER.-

¡Por favor…! A veces la pasamos muy bien.

GRETA.-

A veces…

LUSTER.-

(Pensándolo.) Está bien. LLámalo. Pero le pides dos botellas de champán. No sé cómo iremos hacer… pero yo no me voy a dejar coger por otro hombre.

GRETA.-

¿Qué, temes salir en estado?

LUSTER.-

Más que eso. No quiero vivir la experiencia de andar nueve meses con una barriga para después verme frustrado en la hora del parto.

(Greta se dirige al teléfono. Disca un número. La luz de la lámpara comienza a bajar de intensidad. Luster se acerca a Susana. Greta habla por teléfono de espaldas a ellos.)

Luster.-

(Poniéndose de nuevo los lentes.) Eres mi alumna predilecta.

SUSANA.-

Yo lo sé, profesor.

(Luster y Susana se besan apasionadamente. Pero Greta gira y los sorprende con una ira creciente. La luz de la lámpara se apaga totalmente. Por un instante la oscuridad lo inunda todo.)

Escena V

(El botones está  incorporado a la reunión. Luster y él están parados cerca de la puerta, mientras Greta retoca su serpiente y Susana espera intranquila sentada en la cama con su maletín.)

LUSTER.-

Parece que ser botones tiene sus ventajas.

EL BOTONES.-

A veces, señor.

LUSTER.-

Te hemos llamado para que participes en esta cama redonda.

GRETA.-

Luster, pareces un personaje de Walter Scott.

EL BOTONES.-

(Nervioso) ¿Y de qué manera, señor?

LUSTER.-

Tu te acostarás con ella (Señala a Susana)… y yo me acostaré con ella.(Señalando a Greta.)

GRETA.-

O sea, que por primera vez en la vida me vas a ser fiel.

LUSTER.-

¡Un momento Greta… déjame hablar!

GRETA.-

No hables mucho y actúa. (Greta se queda mirando a los dos hombres.) Quiero que le des un beso.

LUSTER.-

¿A quién?

GRETA.-

A Espartaco.

EL BOTONES.-

¡Un momento, señora… a mí nunca un hombre me ha besado. Eso si que no!

GRETA.-

¿Qué te pasa, no eres un artista?.

EL BOTONES.-

Artista sí, pero maricón no…

GRETA.-

Siempre hay una primera vez. Toma la iniciativa. Bésalo tú…

LUSTER.

Pero estás loca… ¿qué pretendes?

EL BOTONES.-

Perdone, señora. Pero yo tampoco estoy muy interesado en darle un beso a su marido.

GRETA.-

O sea, que aquí hay dos machos… y dos lesbianas.

SUSANA.-

Bueno, ¿comenzamos, si o no?

GRETA.-

¡Comenzamos! ( Se abalanza sobre el botones y le da un beso apasionado. Una de sus manos toma el sexo del botones y lo estruja con ganas.)

LUSTER.-

(Tratando de desapartarlos) ¡Así no se vale!

GRETA.-

¿Por qué?… Lo estoy besando…

LUSTER.-

¡Le agarrates el sexo!

GRETA.-

¿Pero qué quieres… que le agarre el trasero?

LUSTER.-

¡Eso es ventajísmo!…

SUSANA.-

Entonces, cariño… busquemos el equilibrio. (Susana besa apasionadamente a Luster estrujándole de igual manera el sexo. Greta sigue besando al botones, de pronto se desaparta de él y le hace una petición.)

GRETA.-
Quiero que cantes cariño… quiero que cantes como te enseñaron en ese curso por correspondencia… (El botones comienza a cantar el  aria de la ópera que canto.)

LUSTER.-

(Desapartándose de Susana.) Espera corazón.. espera… quiero pedirte algo…

SUSANA.-

Pídeme lo que quieras…

LUSTER.-

Amárrame a la cama y flagélame hasta el cansancio… ¡quiero conocer el placer del dolor!

SUSANA.-
¡Lo conocerás, ricura… ven…! (Luster se acuesta en la cama. Greta lo amarra con las esposa y con el látigo comienza flagelarlo. Luster grita placenteramente. De repente, en el espejo del techo se inicia la proyección de una película pornográfica. Los rostros de Luster, Greta, Susana y el botones, se confunden. Susana sigue dándole utilidad a muchos de sus instrumentos, tanto que el grupo se entrega a una pasión sexual en el blanco deslumbrante de la cama. Las imágenes de la película se tejen sobre los cuerpos desnudos de los personajes, sin poder diferenciar cuál es la acción del film y cuál es la acción real de los personajes que hacen el amor en la cama. Sorpresivamente, el rostro de Van Gogh se asoma al espejo. Greta lo mira fascinada y se escurre fuera de la cama. Pero nadie parece notarlo.)

Escena VI

(Es de mañana, la luz del sol entra por la ventana. Greta se ha vestido de nuevo, está  parada frente a la ventana, mirando hacia afuera. Un paño blanco cubre su cabeza. Fuma un cigarrillo concentrada en sí mismo. En cambio Luster, desnudo, está  acostado en la cama y se despierta bostezando. El amarillo de las paredes resalta de manera deslumbrante.)

LUSTER.-
¿Qué piensas?

GRETA.-
En los girasoles. Hay un jardín de girasoles allí  afuera.

LUSTER.-
¿Y los demás ?

GRETA.-

se fueron…

LUSTER.-

(Mirando en torno) ¡Qué ratón! (Pausa.) Al botones como a mí no nos atraen los maricones… Menos mal… no lo hubiera soportado… en cambio, nos descargamos en ustedes con furia.

GRETA.-

Te equivocas. Pasé toda la noche pintando. Allí está  el resultado de nuestra obra.(Luster se levanta de la cama y se acerca a la funda de la almohada que Greta tiene sobre la mesa.)

LUSTER.-

¡Demonios!

GRETA.-

Tú y yo en el infierno.

LUSTER.-

Entonces no participaste…. (Mirándola extrañado.) ¿Qué te pasa, por que tienes ese paño amarrado en la cabeza?

GRETA.-

Me uní a mi pintor favorito.

LUSTER.-
(Impresionado.) … ¡Dios mío, esto es horrible!… ¿Qué vamos hacer?

GRETA.-
¡Nada… vivir sin una oreja!

LUSTER.-¡Por favor, no hables así!

GRETA.-
No me dolió. No dejé ni un rastro de sangre. Ellos no se enteraron. Lo hice después que se fueron. (Señalando la tela de la mesa.) La pintura es imaginación. Como los cuentos eróticos de nuestra alcoba… como nuestra reciente experiencia, como tu poesía. Nadie se enteró. La única que puede regresar es Susana a buscar su navaja. (Greta levanta su mano y avanza con la navaja hacia Luster. Este retrocede). Toma, dásela si regresa. No quiero saber más de ella ni del botones. (Luster retrocede un poco más.) ¿Tienes miedo?

LUSTER.- ¡No mi amor, ¿como puedo tenerte miedo?. Vamos a un médico.! (Comienza a vestirse espantado.)

GRETA.- Vamos a la casa… nuestro hijo debe sentirse solo.

LUSTER.- Por favor, no lo nombres en este momento.

GRETA.- … Me siento como el amanecer. Tranquila. Este es el mejor regalo para nuestro aniversario de bodas. El regalo de Van Gogh…

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