REGALO DE VAN GOGH
de Edilio Peña
PERSONAJES :
LUSTER
GRETA
EL BOTONES
SUSANA
(Es de noche y de pronto el resplandor de
una luz blanquecina entra a la habitación de paredes amarillas: la habitación
de un hotel con un espejo redondo en el techo que destaca y refleja el volumen
de una amplia cama vestida de blanco. En los extremos, una ventana con
persianas y otra puerta que conduce al baño. La habitación es ocupada por una
pareja: Luster y Greta. Se les nota bebidos, apasionados y desesperados. Luster
viste informalmente una chaqueta de cuero y está sentado con un periódico frente a una mesita
con teléfono. Greta, con una cabellera dorada y los labios púrpura, permanece
acostada en la cama, semidesnuda, con unos zapatos rojos de tacones altos.
Lleva un cigarrillo entre los labios. Con un pincel, pinta una serpiente en una
de sus piernas.)
Escena I
GRETA.-
Bueno, no pierdas más tiempo. ¡Llámala!
LUSTER.-
El tiempo no se pierde, querida. Quienes se
pierden somos nosotros. Ya no eres lo que eras y yo no soy el que fui.
GRETA.-
Luster, déjate de componer frases
interesantes y apúrate.
LUSTER.-
Culpa al alcohol o a la coca. Ponen a
galopar mi lengua de poeta y profesor.
GRETA.-
He consumido lo mismo que tú y no me ha
dado por decir frases rimbombantes.
LUSTER.-
Es que tu pasión es la pintura y la mía es
la poesía.
GRETA..-
Los pintores tienden a ser más discretos
con la boca aunque sean un volcán de lava silenciosa.
LUSTER.-
Eso serán algunos. De todas maneras óyete,
porque también hablas como tu doble…
GRETA.
Bueno poeta, apúrese.
LUSTER-
¿Ansiosa?
GRETA.-
Los labios me arden.
LUSTER.-
Tranquila, mi amor. Pronto, el aliento de
un beso clandestino apagará el fuego de
esos labios .
GRETA.-
(Mirando hacia el espejo.) Luster, creo que
alguien me mira a través de ese espejo… ¿Será
Van Gogh?
LUSTER.-O el botones del hotel.
GRETA.-
(Cubriéndose las piernas.) ¿Tú crees?
LUSTER.-
Es una posibilidad. Van Gogh no se va
asomar al mundo para ver lo que harán en la habitación de un hotel una pareja
de esposos ociosos… Van Gogh tiene cosas más importantes que hacer. Es un
pintor a tiempo completo. (Luster se pone pensativo mirando hacia el techo.) A
esta hora, debe estar pintando un cuadro millonario.
GRETA.-
¿Tú crees?
LUSTER.-
El pobre no lo sabe, pero su futuro
marchante sí.
GRETA.-
Yo me siento como Van Gogh.
LUSTER.-
Qué evangélica. Lo único que te falta es
una biblia entre las piernas… Eso sí, después de la menstruación…
GRETA.-
(Molesta.) ¿Me trajiste a esta habitación
para humillarme…? ¿O para vengarte en mi del triste destino de nuestro hijo?
LUSTER.-
No, vinimos a celebrar nuestro aniversario
de bodas.
GRETA.-
Entonces, ¿qué esperas?
LUSTER.-
Que te llenes de silencio entre el amarillo
de estas paredes.(Coloca el periódico hacia un extremo y toma el teléfono.)
GRETA.-
( Mirando en torno.) Ay, Luster, ¡tengo
miedo!
LUSTER.-
El síndrome de la primera vez.
GRETA.-
¿Lo dices por experiencia?
LUSTER.-
No, también es mi primera vez.
GRETA.-
No lo creo. Eres un pervertido.
LUSTER.-
Pero tú me acompañas en esta pasión divina.
GRETA.-
Hasta ahora en la imaginación. ¿Qué pareja
no es pervertida con la imaginación?
LUSTER.-
Hasta ahora… porque la imaginación de estos
dos mansos ejemplares está a punto de cristalizarse en realidad.
GRETA.-
Claro, porque la que imaginamos se quedó en
la alcoba de nuestra casa. Con los cuentos eróticos, con la películas
pornográficas y tu sobrada experiencia.
LUSTER.-
No importa. Somos privilegiados. Esta
realidad será más interesante. Tendrá
matices que no previmos… como una pintura a punto de ser concebida por
la mano de tu pintor…
GRETA.-
No me asustes.
LUSTER.-
No te asusto, querida. ¿Alguna vez te has asustado
con la pintura de Van Gogh?
GRETA.-
Siempre.
LUSTER.-
Perdóname, no lo sabía. En cambio no te
asustas con las serpientes de tus cuadros.
GRETA.-
Bueno, ¿qué esperas ? ¡Llámala!
LUSTER.-
Eso intento, pero no me dejas. (Luster
disca un número telefónico y espera un poco.) ¡Aló!… Buenas noches… Alguien que
quiere encontrarse con una estrella… No, las estrellas de mar no se iluminan
como las de la bóveda celeste… Sí… Necesitamos de tus servicios… una pareja….
hotel Continental… numero treinta y nueve… si, como el sesenta y nueve… Ja, ja,
ja… (Luster baja la voz y le murmura algo. Greta intenta saber que le dice.
Luster hace un gesto negando.) Okey… Hasta luego… Te esperamos… (Luster cuelga
el teléfono y respira profundo. Exhala el aliento.)… ¡Listo!
GRETA.-
¿Qué te dijo?
LUSTER.-
Que vendrá
en una media hora.
GRETA.-
¿Tanto tiempo?
LUSTER.-
Debe prepararse, es una profesional.
GRETA.-
¿Qué le decías con tu voz de barítono?…
LUSTER.-
(Disimulando.) Que éramos exigentes…
GRETA.-
¿Y tenías que decírselo tan en secreto?
LUSTER.-
Bueno, se lo decía en broma… una forma de
no ser áspero con ella…
GRETA.-
¿Cuál es su precio?
LUSTER.-
Esas cosas no se tratan por teléfono.
GRETA.-
Hemos gastado casi todo el efectivo.
LUSTER.-
Pero se le puede pagar con la tarjeta de
crédito.
GRETA.-
¿Cómo lo sabes?
LUSTER.-
Me lo dijeron.
GRETA.-
¿Quién?
LUSTER.-
Roger…
GRETA.-
Ah, así que estás asesorado. Con razón ayer
lo invitaste a salir con nosotros. Mejor hubiera sido que los cuatro nos
hubiésemos venido para acá después de la discoteca… A Doris le hubiera
encantado.
LUSTER.-
Eso no era el plan… además ellos son
nuestros amigos.
GRETA.-
En confianza todo se hace mejor.
LUSTER.-
No me parece. Con una masajista todo es
distinto… A Roger y su mujer les fue de maravilla.
GRETA.-
(Pensativa.) Ella nunca me dijo nada.
LUSTER.-
Ella no tiene contigo la misma confianza
que tiene Roger conmigo. No trabajan en el mismo lugar. No puedes hablar de tu
hijo… normalmente… como ella podría hablar de los suyos. Todo eso forma una
amistad, toda eso da confianza…
GRETA.-
¿Quién está
hablando, Cristóbal Colón o Sigmund Freud?
LUSTER.-
Sigmund Freud, mi amor. Tienes que
definirte, la ciencia o el arte. No puedes vivir toda la vida encerrada en un
laboratorio para luego pintar los fines de semana como Vicente Van Gogh y
pasarte las noches insomnes tomando barbitúricos. Tienes que vivir… como yo…
fíjate es muy seguro que después de esta experiencia escriba un poema.
GRETA.-
¿Epico?
LUSTER.-
No, un poema sexual. Ni erótico ni
pornográfico. Un poema desnudo como el sexo.
GRETA.-
¿Por dónde esperas comenzar, por el
clítoris o por el prepucio?
LUSTER.
Eso todavía no lo puedo adelantar.
GRETA.-
(Después de una pausa asediante. Se agita)…
Luster, quiero que sepas que lo que miro en el microscopio es mucho más
interesante que tu aula de clases repleta de alumnas castas y lúbricas… he podido
ver detalles de una realidad que nunca podrás ver a través de ese telescopio
personal que guarda el cierre de tu bragueta profesoral… detalles como los que
descubrió los pinceles del pintor del cual te burlas a menudo… sólo por celos y
porque intento pintar como él…
LUSTER.-
(Aplaude.) ¡Bravo! ¡Bravo!… El memorándum
familiar se acaba de completar.
GRETA.-
(Repentinamente frágil.) Luster…
LUSTER.-
Dime…
GRETA.-
¿Y si nos contagia alguna enfermedad?
LUSTER.-
Deber
identificarse. Le pediremos el certificado de salud.
GRETA.-
(Riendo a carcajadas.) ¡Ja, Ja, Ja! Ay
Luster, no me hagas caer los dientes de la risa. ¿Cómo le vas a pedir a alguien
del que desconoces el certificado de salud?
LUSTER.-
Es sencillo. Su oficio le exige llevarlo
encima. Además, yo traje mis preservativos.
GRETA.-
¿Y yo que me pongo?… Me horroriza que me
contagien una enfermedad. ¿Te imaginas que por estar experimentando en nuestro
aniversario de bodas nos contagien el SIDA ?
LUSTER._
Debiste traerte los guantes del laboratorio.
GRETA.-
¡Qué delicado !
LUSTER.-
No me burlo. También he sido víctima. A mí
cuando muchacho me pegaron una gonorrea.
GRETA.-
(Impresionada.) Nunca me lo habías contado.
LUSTER.-
Nunca me lo habías preguntado.
GRETA.-
¿Quién te contagió?
LUSTER.-
La novia de mi hermano.
GRETA.-
No puede ser. Aquella muchacha tan seria
que una vez conocí…
LUSTER.-
Ay mi amor… no seas ingenua. No hay sexo
serio. Si no pregúntale a Henry Miller.
GRETA.-
¿Y cómo fue que tu hermano no se contagió?
LUSTER.-
Acostumbraba a tener relaciones anales con
ella… tú sabes… en aquella época temía desvirgarla… mi hermano pensaba que su
novia era virgen. Entonces yo me atreví… una calamidad… la muchacha tenía más
experiencia que una masajista del diario… cuando descubrí la gota de pus… pasé
más de quince días nadando en penicilina.
GRETA.-
¿Cómo se llama?
LUSTER.-
¿La novia de mi hermano?
GRETA.-
No, la muchacha del aviso.
LUSTER.-
No se lo pregunté.
GRETA.-
Debiste hacerlo.
LUSTER.-
Ya lo sabremos. No te preocupes cualquier
nombre tendrá. Pero nunca nos dirá el verdadero.
GRETA.-
¿Y qué nombre aparece en el aviso?
LUSTER.-
No me fijé. (Luster revisa el periódico.)
Es curioso, es la única que no tiene nombre. Sólo dice « Estatura interesante.
Un oasis de placer.»
GRETA.-
Será
un nuevo ejemplar.
LUSTER.-
Es probable.
GRETA.-
Entonces no le pagaremos con tarjeta de
crédito. Podría identificarnos y después chantajearnos.
LUSTER.-
Tienes razón.
(Los dos guardan silencio. Luster se queda mirando
fijamente a Greta.)
LUSTER.-
Afrodita.
GRETA.-
¿Cómo?
LUSTER.-
Te llamarás Afrodita.
GRETA.-
No está
mal. Me gusta. ¿Y tú?
LUSTER.-
Baco.
GRETA.-
Pero qué griego te has puesto. Las letras
te persiguen hasta en la cama.
LUSTER.-
Por favor, que no te oigan mis alumnas.
GRETA.-
¿Temes desprestigiarte ?
LUSTER.-
No, temo hacerte popular. Te imaginas el
espectáculo…
(Se oye un timbre. Greta y Luster clavan
sus ojos en la puerta con repentino pánico.)
GRETA.-
¿Tan pronto ?
LUSTER.-
¿Quién es?
EL BOTONES.-
(Desde afuera.) Su pedido, señor.
LUSTER.-
Ah, la botella de champán.
(Greta se pone su falda de cuero, parte de
la serpiente que se ha pintado en la pierna, queda oculta.)
Escena II
(Luster abre la puerta y entra el botones
con una bandeja en la cual viene una botella de champán dentro de una hielera.
La botella es acompañada por dos copas de cristal. El botones resulta ser un
joven bien parecido, con su uniforme rojo y sus botones dorados que le dan un
aspecto de galán cinematográfico. El botones tararea una aria de ópera.)
EL BOTONES.-
Permiso.
LUSTER.-
(Indica nervioso.) Colóquela en la mesita.
(El botones coloca la bandeja sobre la
mesita. Greta mira al botones con seductora admiración. Greta enciende un cigarrillo
y fuma como si estuviera parada ante un cuadro deslumbrante.)
EL BOTONES.-
(Se gira al tanto que estruja sus manos
enfundadas en guantes blancos.) ¿Desean algo más los señores?
LUSTER.-
No.
GRETA.-
Yo sí…
EL BOTONES.-
¿Qué desea la señora?
(Luster mira inquisitivamente a Greta.)
GRETA.-
Na… nada… ¿Hay estrellas en el cielo?
El BOTONES.-
(Sonríe y abre la persiana de la ventana.
Se asoma.) Sí, señora. Hasta una luna nos mira.
GRETA.-
Gracias, es usted muy gentil. ¿Cómo te
llamas?
EL BOTONES.-
Espartaco.
GRETA.-
¿Caramba, Grecia está repartida por el mundo!
LUSTER.-
(Fulminante.) Te equivocas, Espartaco era
un esclavo.
GRETA.-
Tienes una buena voz. ¿Dónde aprendiste esa
música?
EL BOTONES.-
¿Cuál?
GRETA.-
La que tarareabas…
EL BOTONES.-
En la Radio Nacional …
GRETA.-
Pero qué culto. También oyes la Radio Nacional …
EL BOTONES.-
Estudio ópera por correspondencia.(El
botones canta un rea avanzando hacia
Luster que lo mira impávido.)
GRETA.-
¡Qué maravilla! Estamos ante el propio
talento en persona…
EL BOTONES.-
¡Gracias, señora. Permiso. Cualquier cosa
estoy a sus órdenes. Qué lo aprovechen!
LUSTER.-
(A la defensiva.) ¿Qué cosa?
EL BOTONES.-
La botella de champán, señor.
LUSTER.-
Ah…
EL BOTONES.-
¡Buenas noches!(Abre la puerta y sale
entonando el aria de ópera con la que
entró.)
GRETA.-
¿Te fijaste?
LUSTER.-
¿Qué?
GRETA.-
¡Qué tipo tan bello! La naturaleza se
esmeró en su resplandeciente figura. Nada le sobra nada le falta. Hasta tiene
su encanto. Con ese ojo azul y el otro castaño. Es artista, ¡como nosotros!
LUSTER.-
No me di cuenta.
GRETA.-
Detalles que no capta el poeta. Pudiéramos
contratarlo también.
LUSTER.-
(Ofendido.) No me interesa ingresar a la
fauna de los maricones.
GRETA.-
Pero sí quieres que me revuelque con una
mujer para satisfacer tus deseos ocultos.
LUSTER.-
El amor entre dos mujeres siempre resulta
más excitante.
GRETA.-
Para ti, yo tengo otros gustos.
LUSTER.-
Anda, brindemos por nuestro aniversario de
bodas. (Destapa la botella de champán y sirve las copas. Brindan.) Por estos
años de feliz existencia.
GRETA.-
¡Qué original!
LUSTER.-
Amor mío, el sólo hecho de imaginarnos los
tres en el blanco deslumbrante de esa cama me produce una erección
descomunal.(La besa apasionadamente.)
GRETA.-
Entonces, espérate. No me poseas todavía.
Guárdate las ganas.
(Suena el timbre del teléfono. Los dos lo
miran expectantes.)
LUSTER.-
¡Es ella! Debe estar avisando desde la
recepción que ya está aquí.
GRETA.-
Dile que suba.
LUSTER.-
Díselo tú.
GRETA.-
(Tomando el teléfono. Práctica.) Aló… sí
cariño, sube.
LUSTER.-
Lo has hecho muy bien.
GRETA.-
¿Complacido?
LUSTER.-
¡Absolutamente!
GRETA.-
Ves. Estoy empezando a ser una profesional.
LUSTER.-
¡Como una estrella! (Luster vacía su copa
de un solo trago.)
GRETA.-
O como una de tus alumnas.
LUSTER.-
No te detengas en ese territorio y sírveme
otro trago.
GRETA.-
(Greta le sirve el trago y se lo lleva.)
¡Aquí lo tienes, querido!
LUSTER.-
¡Gracias paloma!
GRETA.-
Hace falta una copa para ella. La pediré al
botones. (Se acerca a tomar el teléfono.)
LUSTER.-
(Bruscamente.) ¡No, mejor no! Nos haremos
sospechosos ante el Botones.
GRETA.-
¿Y qué importa?… Entiendo. Bueno, la
estrella beberá de mi copa…
LUSTER.-
Me excita que digas eso…
GRETA.-
Me estoy preparando… El volcán está a punto
de estallar. Las paredes están vomitando fuego y mi sangre está que
hierve.(Tocan el timbre de la puerta.) ¡Ahí está !
LUSTER.-
Abriré yo.
GRETA.-
Adelante, nadie te lo impide.
Escena III
(Luster abre la puerta, pero sin asomarse.
Greta deja caer su copa cuando ve que quien está parada frente al umbral de la puerta es una
enana, con una expresión de progresiva malignidad. La enana viste un traje blanco
escolar con un bulto en la mano.)
GRETA.-
¿Qué es esto?
LUSTER.-
(Asomándose.)
¡Dios santo!… No lo sabía.
¡Hola chicos!… ¿Puedo pasar?
GRETA.-
¡No! Quédese donde está .
Pero señor, usted me dijo que viniera. Y
aquí estoy vestida como una escolar, como usted me lo pidió.
GRETA.-
¿Le dijiste eso… por teléfono?
LUSTER.-
Bueno… si… no.. quería darte una sorpresa…
GRETA.-
Querías que viniera como una de tus
alumnas…
LUSTER.-
No, como una de nuestras fantasías… pero no
pensé que… (Dirigiéndose a la enana.) Perdone, pero no sabía que usted…
Está
claro en el aviso. Estatura interesante…
LUSTER.-
¡Ah sí!… pero nos hemos arrepentido. Lo
lamento.
(La enana entra a la habitación. Camina
mirando en torno suyo. Coloca el maletín escolar sobre la cama.)… ¡Entiendo!,
es la primera vez, pero puedo ayudarles a vencer el miedo. Yo soy un oasis de
placer… algo especial que nunca olvidarán. Podemos entrar en confianza… podemos
conocernos tomando un trago… (La enana recoge la copa de Greta y se sirve de la
botella de champán.)… Puedo hablar de cualquier tema… ¿Cuál es la profesión de
ustedes?…(Luster y Greta se miran la cara sin poder responder.)… Pero esperen,
voy a lavarme un poco y ya regreso… (La enana entra al baño.)
GRETA.-
Quiero que se vaya…
LUSTER.-
Espera… ella también ha estado en nuestra
fantasía…
GRETA.-
No me acuerdo…
LUSTER.-
Si… una vez invocamos a una enana…
GRETA.-
¡Yo nunca invoqué a una enana!
LUSTER..-
¡Pero yo sí!… No me negarás experimentar
este momento… (Greta no sabe qué decir. Está
temblorosa. En ese momento la enana sale del baño, avasallante.)
Entonces, ¿se disponen?
LUSTER.-
Sí… toma el bulto…
Como ordenes… (La enana toma el bulto de
encima de la cama.)
LUSTER.-
Vuelve a la puerta…
Vuelvo a la puerta… (La enana vuelve a la
puerta y se detiene ante ella. Gira con el bulto en la mano y se queda mirando
a Luster.)
LUSTER.-
¡Fantástico! Así te imaginé… Te acercarás a
mi con voz infantil… y te dirigirás a mi como si fuera tu maestro … tu
profesor… como si llegaras al salón de clases y yo estuviera solo… esperándote…
te acercas con angustia… con profunda angustia… porque el tiempo es más rápido
que tu diminuta persona… ¿de acuerdo ?
Como usted diga, profesor.
LUSTER.-
Okey. (Luster se sienta en la cama. Saca
unos anteojos y se los coloca. Abre una libreta y hace que estudia algún tema
importante.) Empezamos…
(Aflautando la voz como una niña.) Buenos
días, profesor.
LUSTER.-
Buenos días, Greta.
GRETA.-
(Desconcertada.) ¿Se llamará así?
LUSTER.-
En la imaginación…(Grave.) Debe llamarse
así…
GRETA.-
Pero es mi…
LUSTER.-
¡No me cortes… es mi fantasía!
GRETA.-
¡Pero eso no fue lo convenido!
(Luster se levanta violentamente de la cama
y abofetea a Greta.)
LUSTER.-
¡Cállate!
GRETA.-
¡No me pegues! (Se paraliza llorando.) Sí…
me callaré.
LUSTER.-
(Sentándose en la cama.) Pase adelante,
Greta. (La enana se acerca a Luster caminando con el maletín escolar. Luster la
mira avanzar hacia él, verdaderamente excitado. Traga saliva.) Tome asiento.(La
enana se dirige hacia la silla disponiéndose a sentarse en ella. Luster la
detiene con un grito.) ¡No! en el pupitre no. (Luster palmea una de sus
piernas.) Aquí, sobre mi pierna. (La enana se sienta en una pierna de Luster.)
Muy bien… Greta…
Si, profesor…
LUSTER.-
He querido que seas obediente como las
monjas.
Trato profesor. Pero el tiempo es más
rápido que mis pequeños piececitos…
LUSTER.-
Otra vez has llegado tarde a la clase.
Todos se han ido y estamos solos… Y yo estoy bravo como el sol.
No se volverá a repetir, profesor…
LUSTER.-
Debo castigarte…
¿Me castigará ?…
LUSTER.-
Sí, la desobediencia se castiga… a ver…
permíteme la trenza de este zapato… (Luster zafa la trenza del zapato diminuto
de la enana)… te lo quito… ahora esta media… (Luster le quita la media.)… te la
quito… ahora deslicemos la mano sobre esta piernita rellena de carne…
ascendamos bajo la nube de tu falda y hurguemos este camino lleno de vellos…
(Luster introduce su mano debajo de la falda de la enana.) Empieza el castigo…
a partir de ahora llegarás temprano a la escuela… ¿de acuerdo?
Sí, profesor… ¡ay!
LUSTER.-
No llegarás tarde…
Si, profesor… ¡ay!
LUSTER.-
Serás la primera entre todas mis alumnas…
Si, profesor… ¡ay!
LUSTER.-
¡Correrás más rápido que el tiempo… que las
hojas de los árboles…!
Sí, profesor… ¡ay!
LUSTER.-
Ahora… te castigaré duramente… ya no
será con los dedos de mi mano….
será con otra cosa… te castigaré
atravesando la pequeña hendidura de tu cuerpo con un puñal de carne… ¡El puñal
de Baco!
¡Pronto, profesor, saque ese puñal y
entiérremelo hondo! Vamos, que mi desobediencia puede repetirse.
GRETA.-
(Greta grita no pudiendo soportar lo que
mira.) ¡No!… (Se abalanza sobre la enana y se la quita de las piernas a
Luster.) No ¡ No!… ¡Váyase de aquí!
LUSTER.-
¡Espera… no la eches! ¡No ves que apenas
comenzamos!
GRETA.-
¡No la soporto!… ¡Es como si viera a
nuestro hijo en manos de un sádico!
LUSTER.-
¡Esa es tu mente!
¿Pero a mí que me importa que yo me parezca
a tu hijo…? yo me parezco a mi padre y a mi madre… y eso no me impide hacer mi
trabajo…
GRETA.-
¡Cállese la boca y se va inmediatamente de
aquí!
LUSTER.-
¡Espera!
GRETA.-
¡He dicho que no! (Greta toma a la enana
por una brazo y la saca fuera de la habitación tirándole la puerta encima.)
(Grita desde afuera.) ¿Que esperabas? ¿A
Marilyn Monroe? … ¡No te será fácil
conseguirla!… ¡Marica!
(Greta se pone a llorar pegada de la
puerta. La enana golpea la puerta desde afuera. Greta se desliza hasta el
suelo, sin fuerzas.)
LUSTER.-
Estás confundida. (Luster la toma cargada y
la acuesta en la cama.) No te confundas mi amor, es una fantasía lo que estamos
viviendo.
(Desde afuera.) ¡Necesito que me paguen!
¡No me movilicé hasta acá para que me
embarcaran! Me sobran clientes para perder esta hora con una pareja de
inexpertos… ¡Páguenme o si no los denuncio!
LUSTER.-
(Abriendo la puerta.) ¡Deje de gritar! ¡Le
vamos a pagar!… (La enana se calla. Mira enfurecida a Luster. Entre tanto Greta
llora sobre la cama desconsoladamente.) ¿Cuánto son sus honorarios? (Luster
saca su cartera y cuenta los billetes que tiene.)
Tarifa completa.
LUSTER.-
¿Cuánto es eso?
Todo el dinero que tocan tus manos.
LUSTER.-
(Le entrega todos los billetes.) Tenga. Y
desaparezca.
(Contando los billetes.) Gracias. Si
quieren les puedo conseguir algún cadáver o un mutilado…
LUSTER.-
(Cerrando la puerta.) ¡Váyase! (La enana
vuelve a tocar) ¿Y ahora qué quiere?
¡Mi zapato y mi media!
LUSTER.-
(Luster toma el zapato y la media. Abre la
puerta y se la devuelve a la enana.) ¡Tenga!
Gracias.
LUSTER.-
(Luster cierra la puerta sobre la enana. Se
voltea y mira llorar a Greta sobre la cama. Luster se le acerca y le masajea
los hombros.) No te preocupes mi amor, lo intentaremos de nuevo.
GRETA.-
¡No!… ¡Con una enana, no!… Mejor nos vamos
a nuestra casa. Nuestro hijo debe sentirse solo…
LUSTER.-
Por favor… no lo invoques ahora. ¿De
verdad, a quién viste, Greta?… ¿A quién viste sentado en mi pierna?
GRETA.-
No por favor… no me hagas esa pregunta…
LUSTER.-
¿A quién viste?
GRETA.-
¡Me vi a mí…!
LUSTER.-
¿Y el otro… quién era yo?
GRETA.-
Mi padre…
LUSTER.-
Entonces…
GRETA.-
Pero no quiero recurrir más a esa imagen…
LUSTER.-
Pero esa es la imagen que me pides cuando
hacemos el amor…
GRETA.-
¡Pero ahora ya no más!… ¡Nunca más!
LUSTER.-
Está
bien… está bien… (Luster saca un
tubito de cocaína y le ofrece a Greta.) Toma, anímate. (Greta aspira. El se
sirve también.)
GRETA.-
Tengo miedo. Alguien me persigue como el
destino. Y yo no sé lo que pueda hacer conmigo… ¿No lo entiendes?
LUSTER.-
(Tragando con angustia.) Espera, paloma. No
vayas a volar tan alto. Fue como una de tus pesadillas. Una pesadilla que
conjuramos. No te desencantes. No te olvides que hoy es nuestro aniversario de
bodas. Estamos celebrando. Ríete de todo lo que nos ha ocurrido… ríete… (Luster
busca reírse. Greta lo secunda con una sonrisa forzada. Luster insiste con una
carcajada. Greta lo acompaña hasta privarse los dos de la risa.)
Fin del primer acto.
SEGUNDO ACTO
Escena IV
(Luster y Greta han llamado una nueva
masajista: Susana. Alta y de tez morena. Con un vestido ajustado y brillante.
Dispuesta a hacer lo que le pidan. Susana está
parada frente a la cama con un maletín de médico. Luster permanece
caminando de un lado a otro. Greta, sentada en la silla, juega con los
pinceles. En la mesita se han acumulado varias botellas de champán que Luster y
Greta han bebido antes de llegar Susana.)
LUSTER.-
(Dirigiéndose a Susana mientras toma una
botella de champán.) ¿Quiéres una copa de champán?
SUSANA.-
¿Champán?… ¿Qué celebramos?
GRETA.-
Nuestro aniversario de bodas.
SUSANA.-
¡Fabuloso! Los felicito… Hace tres meses
celebré unas bodas de plata… recorrí medio mundo en un crucero… era una pareja
encantadora. La nieve de las canas poblaba sus cabezas. ¿Qué tiempo tienen
ustedes de casados?
LUSTER.-
(Destapa la botella.) Una eternidad…
SUSANA.-
Entiendo… Vidas privadas. Máximo de
discreción.
GRETA.-
(Le lleva la copa a Susana.) ¡Toma tu
trago, Susana! (Deslizando una mano por la piel de Susana.) Caramba, tienes una
piel ociosa, lozana… estimulante y luminosa…
SUSANA.-
¿Eres poeta?
GRETA.-
No, el poeta aquí es él. Mi pasión es la
pintura.
LUSTER.-
No te precipites. Guarda la discreción que
debes.
GRETA.-
No me regañes.
SUSANA.-
Bueno… pongámonos de acuerdo en nuestro
negocio.
GRETA.-
¿Cuál negocio?
SUSANA.-
El de ustedes y el mío.
GRETA.-
¡Ah!, lo llamas negocio. No lo sabía.
LUSTER.-
Es una profesional.
GRETA.-
Gracias por recordármelo.
SUSANA.-
Primero, podemos iniciar una sesión de una
hora… si quedan satisfechos la podemos prolongar a otra hora más… y si se
entusiasman amanezco con ustedes y el sol. ¿Les parece?
LUSTER.-
Suena fascinante…
SUSANA.
Lo será, querido. Lo será.
GRETA.-
La noche espera por nosotros.
SUSANA.-
La cama, querida. La cama.
LUSTER.-
(Sentiéndose en la cama con la copa de
champán.) En la cama está la historia del hombre… en ella se amaron el hombre y
la mujer… en una cama se concibió al primer hombre… y en ella fue asesinado y
torturado…
GRETA.-
Y suicidado…
SUSANA.-
Que poético. ¿Puedo hacerles una pregunta?
LUSTER.-
No debieras. Pero hazla, para ver si la
podemos responder.
SUSANA.-
¿Es la primera vez, verdad?
(Greta y Luster guardan un prolongado
silencio. Greta prende un cigarrillo y fuma intranquila.)
GRETA.-
Sí…
SUSANA.-
Lo suponía. ¿Alguno desea ducharse antes de
comenzar?
LUSTER.-
¿Percibes algún olor perturbador?
GRETA.-
Estamos… limpios. Claro, a veces siento que
tengo sucio el corazón o la cabeza.
SUSANA.-
No lo digo por eso, sólo les sugiero
refrescarse. Yo antes de venir me di una ducha de espuma perfumada.
LUSTER.-
No es necesario. (Inquisitivo.) ¿Me puedes
mostrar tu certificado de salud…?
SUSANA.-
¡Cómo no…! (Abre su cartera y saca una
carnet.) Aquí lo tienes. No te sorprendas, la de la fotografía soy yo.
LUSTER.-
(Revisando el carnet.) Increíble, parecen
hermanas. Es correcto. (Se lo entrega a Greta.) Toma. Mira que parecido.
GRETA.-
(Viendo el carnet.) Verdad. La hermana que
no pude tener. Mi hermana en negativo. Estás muy bien… esto nos da mucha
tranquilidad… (Le devuelve el carnet a Susana.)
SUSANA.-
¿Y el de ustedes?
LUSTER.-
(Desconcertado.) ¿Cómo?
SUSANA.-
¿El certificado de salud de ustedes?
GRETA.-
(Sin poder dar una explicación.) No lo
tenemos…
LUSTER.-
(Acorralado.) Se quedó en nuestra casa.
GRETA.-
Anda a buscarlo, mi amor.
LUSTER.-
Un momento. Yo no soy ningún office boy
para que me mandes.
SUSANA.-
No, no hace falta. Haré una inspección
ocular…
GRETA.-
¿Una qué?
LUSTER.-
Nos revisará …
SUSANA.-
Exactamente. Eso es lo que voy hacer.
GRETA.-
(Mueve la cabeza medio borracha.) Aquí la
única bionalista soy yo.
SUSANA.-
Ah, también estamos entre médicos.
GRETA.-
¿Quiéres recibir algunas clases?
SUSANA.-
Mi experiencia me ayudará. Yo también tengo
que cuidarme de una enfermedad. Una nunca sabe.
(Susana se quita el vestido y queda en
sostén. Un liguero negro de blonda y encajes rojos destaca un cuerpo
espectacular.
Luster emite un silbido cuando la ve
totalmente desnuda.)
SUSANA.-
¿Te gusta?
LUSTER.-
Tienes un cuerpo fabuloso.
GRETA.-
No me provoques.
LUSTER.-
No, querida. Tú también deslumbras.
SUSANA.-
Bueno, ¿quién de los dos se desnudará primero?
LUSTER.-
¡Yo! no quiero perderme esa inspección
ocular.(Se despoja de la chaqueta.)
GRETA.-
(Asustada.) Nosotros estamos absolutamente
sanos… somos una pareja decente… (Apaga el cigarrillo en un cenicero de la
mesita.)
SUSANA.-
Se les nota…
LUSTER.-
Por favor, no viniste a hacer el ridículo.
GRETA.-
(Grita desaforadamente.) ¡No me humilles
delante de la gente!! No estás en un salón de clases…¡No soy una de tus
alumnas!
SUSANA.-
¡No se peleen! Vamos, desnúdate Afrodita.
GRETA.-
(Apenada. Sonríe ebria.) En el baño.
SUSANA.-
Si lo prefieres. Y tú Baco, anda
despojándote de la piel…que lo que viene es Eneas.
LUSTER.-
(Ríe a carcajadas.) Ja, ja, ja!…
SUSANA.-
(Riendo igual que Luster.) Ja, ja, ja!…
(Toma el maletín y luego la mano de Greta.) Vamos hermanita.
GRETA.-
Como tú digas hermana… de la caridad.
(Deteniéndose en la estatura de Susana.) … Mi hermana mayor…
( Susana se introduce en el baño con Greta.
Luster empieza a desvestirse. Silba una canción disfrutando los comentarios de
Susana en torno al sexo de Greta.)
SUSANA.-
¡… Huuuyyy doctora…! pero qué hermosa es
usted… No se preocupe, mis manos son como papel de seda… recorramos el borde
del cráter con la yema de los dedos… suavemente… como el jardinero ante el
pétalo de la primera rosa que se desnuda… un jardinero sin uñas que te
maltraten… qué labios tan gordos y calientes… alta temperatura… estos labios
son como una pulpa deliciosa al borde de los dientes de esta serpiente que
rodea tu pierna… parecen sonreírles al visitante afortunado… pero descendamos
al fondo como una lengua maliciosa… ¡Caramba! En el fondo todo es como un
corazón de fuego que palpita a la espera de alguien… late… late indetenible
como las campanas de una iglesia fantasma… no te pongas tensa y controla lo que
te avasalla!… adminístralo querida… a ver… así… querida, ¿ese lunar que tienes,
es hereditario?
GRETA.-
Sí.
SUSANA.-
¿De tu madre o de tu padre?
GRETA.-
De mamá …
SUSANA.-
Eres realmente un encanto… estás muy bien…
la perfumaste antes de venir.
GRETA.-
Sí…
SUSANA.-
¿Qué tipo de perfume usas?
GRETA.-
Pasión…
SUSANA.-
Caramba, Elizabet Taylor también nos
acompaña. Hueles muy bien. La próxima vez lo incorporo a mi nuevo look. Estamos
listos contigo. ¿Qué le pareció mi inspección ocular, doctora?
GRETA.-
¡No está nada mal, hermanita!
SUSANA.-
Gracias.(Gritando.) ¡El siguiente!….
LUSTER.-
¡Voy!… (Luster se dirige en interiores
hacia la puerta del baño. Se topa con Greta en el umbral, trae la falda en la
mano.) ¿Cómo te sientes?
GRETA.-
Más o menos. Una lluvia de piedras
está arreciando.
LUSTER.-
No te vayas a arrepentir.
SUSANA.-
¡Vamos, que el tiempo corre!…
(Luster entra al baño y Greta se sienta en
la cama mirando hacia el espejo. Se pone una mano en la oreja, pensativa.
Susurra una música clásica.)
SUSANA.-
Caramba Baco, lo que tienes por sexo es una
pata de cabra…
LUSTER.-
¿Te gusta?
SUSANA.-
He visto mejores… Pero el tuyo promete ser
un cosaco… Se levanta como el mástil de un barco perdido en la mar océano… pero
no hay piratas ni en la proa ni en la popa… pero veamos el rojo de esa
hendidura… ¿Qué es esto…? ¿un grano de arroz?
LUSTER.-
No, eso es papel toilette.
SUSANA.-
Ah, pensé que te había dado por la
agricultura. De todas maneras estás muy bien… se ve que tu mujer te lo mantiene
limpio y lubricado…
(Greta sonríe amargamente. Susana sale del
baño junto con Luster. Susana coloca el maletín sobre la cama y lo abre.)
SUSANA.-
Bueno señores, les explicaré cómo
comenzará nuestra sesión…(Indicando el
maletín.) Aquí he traído mis instrumentos de trabajo…
GRETA.-
¿Instrumentos de trabajo?…
SUSANA.-
Sí, mi amor… también para estos menesteres
uno está provista de instrumentos de
trabajo… a veces hay clientes exigentes… y otros que desean experimentar
sensaciones nuevas…
LUSTER.-
Así es…
SUSANA.-
(Extrae algunos instrumentos del maletín,
los va colocando en la cama y explica su uso.) Esto que ven aquí… es un
vibrador eléctrico… excelente para el masaje facial pero también para el labio
donde está oculto ese lunar… Esto, como
ven es un látigo.., con el cual se puede lograr a fuerza de algunos maltratos
producir orgasmos infinitos… por supuesto, amarrados a la cama con estas
esposas… y con esta navaja se pueden cortar algunos vellos perturbadores… este
perrito de cuerda se utiliza para que su lengua ronde el cuerpo de ustedes…
claro que en la casa yo tengo un doberman… si les interesa lo puedo mandar a
buscar…
LUSTER.-
(Asustado.) No… no… así está bien. ¿Verdad, mi amor?
GRETA.-
(Aterrorizada.) Sí, mi vida.
LUSTER.-
¿Y el precio…?
SUSANA.-
Después del trabajo… Bueno… vamos a
relajarnos… (Quita el maletín.) Acuéstense en la cama mientras yo, con un
pequeño masaje les elimino las tensiones del cuerpo y el alma…
LUSTER.-
(Adelantándose.) Masajéala primero a ella.
GRETA.-
¿Qué pretendes?
LUSTER.-
¡Nada mi amor, mirar. Es parte del placer.!
GRETA.-
Pero no te vayas tan lejos .
LUSTER.
No te preocupes, estaré a la orilla.
SUSANA.-
Acuéstate boca abajo, Afrodita.
(Greta se despoja de su blusa y sostén, se
acuesta boca abajo en la cama y Susana se monta a horcajadas sobre su espalda.
Luster se sienta en la silla y mira a las dos mujeres. Extrae el tubito de
cocaína y absorbe un poco.)
SUSANA.-
¡Tranquila…! Estira los brazos… deja que se
desmayen las persianas de tus ojos… respira profundo como en el medio del
bosque y entrégate porque a partir de ahora estamos en el cielo… en el cielo de
las estrellas… tienes una linda cabellera… resplandeciente como el oro… el
cuello de un cisne en un lago de lirios… las nalgas de un melocotón y las
piernas como los remos de una adolescente sedienta… y unos vellos… ¡Dios mío,
qué vellos!
GRETA.-
¡Como las barbas del pincel!
SUSANA.-
Se nota que estás excitadísima…
GRETA.-
Sí… todo lo que se refiere a la pintura me
excita. Estoy siendo devorada por el corazón del fuego…
(Greta se gira violentamente y toma el
rostro de Susana. Le da un apasionante beso. Luster se emociona. Pero en ese
momento se oye el teléfono que repica.)
LUSTER.-
(Tomando el teléfono.) Aló… Sí… ¿De
parte?…(Atónito. Le extiende el teléfono a Greta.) La muchacha de servicio.
GRETA.-
(Se levanta de la cama y toma el teléfono.)
Aló… sí… soy yo.. ¿otra vez el niño tiene el ataque…? ¡dale la pastilla azul y
amárralo…! Okey, Luisa y no vuelvas a llamar más… (Cuelga el teléfono
apesadumbrada.)
LUSTER.-
Pero Greta, ¿cómo se te ocurre darle el
teléfono del hotel a la muchacha de servicio?
GRETA-
¿Es algo malo?
LUSTER.-
No es que sea malo.(Furioso.) ¡Pero esto me
corta!
GRETA.-
(Se sirve otra copa de champán.) ¡Es
nuestro hijo…!
LUSTER.-
¡Qué se muera! (Gritando.) ¡Pero es
absurdo!… Ese mongólico no lo parí yo!…
GRETA.-
(Lanza la copa contra la pared.) ¡No te
vengues en público!…
LUSTER.-
Aquí el único público es Susana…
GRETA.-
¡Justamente!, Susana no tiene porqué
enterarse de nuestras intimidades.
SUSANA.-
(Estalla en carcajadas.) ¡Ja, ja, ja!
GRETA.-
(Pensativa.)… Yo pensé que todo iba a ser
distinto. Qué importa que ahora tengamos una casa, un empleo, que tengamos una
vida más o menos cómoda… que seamos artistas los fines de semana… qué importa
todo eso si la sangre nos separa. La sangre se negó a darnos el fruto que
nuestro amor quería. Porque tu sangre y la mía, cuando se juntan, se convierte
en veneno… y del veneno, sólo puede nacer monstruos… (Después de un rato,
prende un cigarrillo.) Continuemos…
LUSTER.-
¡No! Yo no puedo continuar.
SUSANA.-
(Tomándolo por la muñeca.) ¡Ven acá, Baco!
LUSTER.-
¡Yo no me llamo Baco!
SUSANA.-
Tranquilo cariño, yo tampoco me llamo como
me llamo. Pero igual que tu mujer tengo un hijo que me cuida una muchacha de
servicio… Claro, no le dan ataques… No puedes ponerte con las mujeres en plan
torturador.
LUSTER.-
¿Eres lesbiana?
GRETA.-
¡Luster, un poco más de respeto!
SUSANA.-
Ah, así que te llamas Luster. Nombre
interesante.
LUSTER.-
(Amenazante.) ¡Hazme el favor de olvidar
ese nombre! (Dirigiéndose a Greta) ¿Por qué le dijiste mi nombre?
GRETA.-
No tuve la culpa, se me salió.(Vengativa.)
A la otra tú le dijiste el mío…
LUSTER.-
¡Nunca supo que fuera el tuyo!…
SUSANA.-
Qué carácter. Te pones igualito a mi
marido.
GRETA.-
¿Eres casada?
SUSANA.-
No, soltera y con muchos compromisos.
Ustedes están en la agenda.
LUSTER.-
¡Me sacas de allí!
SUSANA.-
Ven acá … (Abraza a Luster que intenta
resistirse sin mucha fuerza.)… Mi cosita linda… Ummm… estás excitadísimo…
pobrecito… se cortó justo en el momento en que todo subía de color… estás
caliente…
GRETA.-
(Celosa.) ¡Por favor… hágame el favor de no
abusar de mi marido!
SUSANA.
(Harta.) ¿ Pero ustedes están locos?
LUSTER.-
(Desconcertado.) ¿Qué pasa Greta?
GRETA.-
¡No me gusta que te acaricie!…
LUSTER.-
Pero hace un momento te acariciaba a ti…
hasta la besaste y yo no dije nada.
GRETA.-
Pero a ti te gustaba… ¡a mí no!
SUSANA.-
¡Un momento!… esto es fácil de resolver…
¿por qué no vienen los dos y se acuestan aquí en la cama?… apagamos las luces y
lo hacemos divino… Nadie nos mirará …
GRETA.-
(Misteriosa. Mira hacia el espejo del
techo.) Te equivocas, Susana. Alguien nos está
mirando.
SUSANA.-
Sí… ¿Quién?
GRETA.-
Van Gogh.
SUSANA.-
¿Y quién es ese señor?
GRETA.-
Es un pintor amigo mío.
SUSANA.-
Lo podemos incorporar a la fiesta.
GRETA.-
No puede venir.
SUSANA.-
¿Por qué?
GRETA.-
Porque está
pintando…
LUSTER.-
No le hagas caso, Susana. Greta ha bebido
demasiado y está delirando…
GRETA.-
Contigo…
SUSANA.
Bueno, vamos a la cama ¿sí o no?
LUSTER
¿Qué dices, Greta?
GRETA.-
Con una condición.
LUSTER.-
¿Cuál?
GRETA.-
Que suba el botones del hotel…
LUSTER.-
Pero…
GRETA.-
¡O sube él o yo no voy a la cama con
ustedes!…
SUSANA.-
Esto se pone interesante…
GRETA.-
Luster, quiero mi regalo de aniversario de
bodas completo.
LUSTER.-
Si quieres un hombre, aquí estoy yo.
GRETA.-
Tu nunca has sido mi hombre.
LUSTER.-
Ah, ¿no?… ¿Entonces, quién?
GRETA.-
(Levantando la mano.) Mi mano derecha. Ella
ha sido el hombre de mis noches. Porque tu nunca estás… has sido hombre de otras,
no de mí.
LUSTER.-
¡Por favor…! A veces la pasamos muy bien.
GRETA.-
A veces…
LUSTER.-
(Pensándolo.) Está bien. LLámalo. Pero le
pides dos botellas de champán. No sé cómo iremos hacer… pero yo no me voy a
dejar coger por otro hombre.
GRETA.-
¿Qué, temes salir en estado?
LUSTER.-
Más que eso. No quiero vivir la experiencia
de andar nueve meses con una barriga para después verme frustrado en la hora
del parto.
(Greta se dirige al teléfono. Disca un
número. La luz de la lámpara comienza a bajar de intensidad. Luster se acerca a
Susana. Greta habla por teléfono de espaldas a ellos.)
Luster.-
(Poniéndose de nuevo los lentes.) Eres mi
alumna predilecta.
SUSANA.-
Yo lo sé, profesor.
(Luster y Susana se besan apasionadamente.
Pero Greta gira y los sorprende con una ira creciente. La luz de la lámpara se
apaga totalmente. Por un instante la oscuridad lo inunda todo.)
Escena V
(El botones está incorporado a la reunión. Luster y él están
parados cerca de la puerta, mientras Greta retoca su serpiente y Susana espera
intranquila sentada en la cama con su maletín.)
LUSTER.-
Parece que ser botones tiene sus ventajas.
EL BOTONES.-
A veces, señor.
LUSTER.-
Te hemos llamado para que participes en
esta cama redonda.
GRETA.-
Luster, pareces un personaje de Walter
Scott.
EL BOTONES.-
(Nervioso) ¿Y de qué manera, señor?
LUSTER.-
Tu te acostarás con ella (Señala a Susana)…
y yo me acostaré con ella.(Señalando a Greta.)
GRETA.-
O sea, que por primera vez en la vida me
vas a ser fiel.
LUSTER.-
¡Un momento Greta… déjame hablar!
GRETA.-
No hables mucho y actúa. (Greta se queda
mirando a los dos hombres.) Quiero que le des un beso.
LUSTER.-
¿A quién?
GRETA.-
A Espartaco.
EL BOTONES.-
¡Un momento, señora… a mí nunca un hombre
me ha besado. Eso si que no!
GRETA.-
¿Qué te pasa, no eres un artista?.
EL BOTONES.-
Artista sí, pero maricón no…
GRETA.-
Siempre hay una primera vez. Toma la
iniciativa. Bésalo tú…
LUSTER.
Pero estás loca… ¿qué pretendes?
EL BOTONES.-
Perdone, señora. Pero yo tampoco estoy muy
interesado en darle un beso a su marido.
GRETA.-
O sea, que aquí hay dos machos… y dos
lesbianas.
SUSANA.-
Bueno, ¿comenzamos, si o no?
GRETA.-
¡Comenzamos! ( Se abalanza sobre el botones
y le da un beso apasionado. Una de sus manos toma el sexo del botones y lo
estruja con ganas.)
LUSTER.-
(Tratando de desapartarlos) ¡Así no se
vale!
GRETA.-
¿Por qué?… Lo estoy besando…
LUSTER.-
¡Le agarrates el sexo!
GRETA.-
¿Pero qué quieres… que le agarre el
trasero?
LUSTER.-
¡Eso es ventajísmo!…
SUSANA.-
Entonces, cariño… busquemos el equilibrio.
(Susana besa apasionadamente a Luster estrujándole de igual manera el sexo.
Greta sigue besando al botones, de pronto se desaparta de él y le hace una
petición.)
GRETA.-
Quiero que cantes cariño… quiero que cantes
como te enseñaron en ese curso por correspondencia… (El botones comienza a
cantar el aria de la ópera que canto.)
LUSTER.-
(Desapartándose de Susana.) Espera
corazón.. espera… quiero pedirte algo…
SUSANA.-
Pídeme lo que quieras…
LUSTER.-
Amárrame a la cama y flagélame hasta el
cansancio… ¡quiero conocer el placer del dolor!
SUSANA.-
¡Lo conocerás, ricura… ven…! (Luster se
acuesta en la cama. Greta lo amarra con las esposa y con el látigo comienza
flagelarlo. Luster grita placenteramente. De repente, en el espejo del techo se
inicia la proyección de una película pornográfica. Los rostros de Luster,
Greta, Susana y el botones, se confunden. Susana sigue dándole utilidad a
muchos de sus instrumentos, tanto que el grupo se entrega a una pasión sexual
en el blanco deslumbrante de la cama. Las imágenes de la película se tejen
sobre los cuerpos desnudos de los personajes, sin poder diferenciar cuál es la
acción del film y cuál es la acción real de los personajes que hacen el amor en
la cama. Sorpresivamente, el rostro de Van Gogh se asoma al espejo. Greta lo
mira fascinada y se escurre fuera de la cama. Pero nadie parece notarlo.)
Escena VI
(Es de mañana, la luz del sol entra por la
ventana. Greta se ha vestido de nuevo, está parada frente a la ventana, mirando hacia
afuera. Un paño blanco cubre su cabeza. Fuma un cigarrillo concentrada en sí
mismo. En cambio Luster, desnudo, está
acostado en la cama y se despierta bostezando. El amarillo de las
paredes resalta de manera deslumbrante.)
LUSTER.-
¿Qué piensas?
GRETA.-
En los girasoles. Hay un jardín de
girasoles allí afuera.
LUSTER.-
¿Y los demás ?
GRETA.-
se fueron…
LUSTER.-
(Mirando en torno) ¡Qué ratón! (Pausa.) Al
botones como a mí no nos atraen los maricones… Menos mal… no lo hubiera
soportado… en cambio, nos descargamos en ustedes con furia.
GRETA.-
Te equivocas. Pasé toda la noche pintando.
Allí está el resultado de nuestra
obra.(Luster se levanta de la cama y se acerca a la funda de la almohada que
Greta tiene sobre la mesa.)
LUSTER.-
¡Demonios!
GRETA.-
Tú y yo en el infierno.
LUSTER.-
Entonces no participaste…. (Mirándola
extrañado.) ¿Qué te pasa, por que tienes ese paño amarrado en la cabeza?
GRETA.-
Me uní a mi pintor favorito.
LUSTER.-
(Impresionado.) … ¡Dios mío, esto es
horrible!… ¿Qué vamos hacer?
GRETA.-
¡Nada… vivir sin una oreja!
LUSTER.-¡Por favor, no hables así!
GRETA.-
No me dolió. No dejé ni un rastro de
sangre. Ellos no se enteraron. Lo hice después que se fueron. (Señalando la
tela de la mesa.) La pintura es imaginación. Como los cuentos eróticos de
nuestra alcoba… como nuestra reciente experiencia, como tu poesía. Nadie se
enteró. La única que puede regresar es Susana a buscar su navaja. (Greta
levanta su mano y avanza con la navaja hacia Luster. Este retrocede). Toma,
dásela si regresa. No quiero saber más de ella ni del botones. (Luster
retrocede un poco más.) ¿Tienes miedo?
LUSTER.- ¡No mi amor, ¿como puedo tenerte
miedo?. Vamos a un médico.! (Comienza a vestirse espantado.)
GRETA.- Vamos a la casa… nuestro hijo debe
sentirse solo.
LUSTER.- Por favor, no lo nombres en este
momento.
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