Querida, espero que te mueras
Hugo Mieres
Acto único
Personajes
Mujer
Primera. 70 años.
Mujer
Segunda. 75 años.
Escena única.
(Sala de casa antigua, con techos altos, decorada con
excesiva cantidad de muebles
visiblemente anacrónicos,raídos y de diferentes estilos. Un sillón de tres
cuerpos, una mecedora, otro sillón de estilo indefinido, un tocadiscos de muchos
años atrás, de sonido gangoso, una mesa rectangular y varias sillas. En un
mueble con estantes, objetos de porcelana o loza de dudoso gusto, visiblemente
envejecidos. Paredes de un blanco sucio y con manchas de humedad. Desde
la sala, puede verse una parte de un corredor que conduce a los dormitorios y
al baño. Una puerta, comunica con la cocina.)
Las dos
Mujeres deberán ser representadas por la misma actriz (o actor), que que deberá
“desdoblarse” en ambos personajes.
MUJER PRIMERA.-(Está cantando con voz muy baja y limpiando los
muebles y adornos con un plumero. Es alta y delgada, viste ropas antiguas para
la época y habla con un tono de voz muy bajo, casi ronco, pero cuando grita,
llega al chillido. Se mueve lentamente y todo lo hace con parsimonia sigilosa.
Da la impresión de temer ser vista, de alarmar con su presencia. Por
eso, a veces, su suavidad se vuelve felina.)
MUJER SEGUNDA.-(Es muy parecida a la otra Mujer en apariencia y
constitución física. Camina rengueando con gran dificultad, apoyada
en un bastón de madera. A pesar de ello, procura mantener una postura
erguida y soberbia. Sus gestos son seguros, decididos, siempre definitivos y su
voz es dura y fuerte. Ha estado vigilando sentada en la mecedora, todos los
movimientos de la Mujer
Primera. )
MUJER SEGUNDA.-¿Qué cantás?
MUJER PRIMERA.-(Que trabajaba ensimismada.) ¿Qué?
MUJER SEGUNDA.- ¿Qué cantás?
MUJER PRIMERA.- No sé. Lo hacía sin darme cuenta. Para entretenerme.
MUJER SEGUNDA.- ¡No lo hagas! ¡Me molesta! ¡Podés hacer las cosas sin
cantar!
(La
Mujer Primera continúa
su tarea en silencio. Saca un cigarrillo de su delantal y lo enciende. Con el
cigarrillo en la boca, sigue con su trabajo.)
¡Te he pedido mil veces que no fumes cuando estoy aquí! ¡Podés hacerlo
en tu habitación! ¡No tengo por qué
tragar ese humo apestoso!
MUJER PRIMERA.- Está bien. (Apaga el cigarrillo en un cenicero.)
MUJER SEGUNDA.- ¡Afuera! ¡Afuera! ¡A la basura! ¡Apagado tiene peor
olor, todavía!
MUJER PRIMERA.- (Con afectada suavidad.) Está bien,
querida. (Sale con el cenicero hacia la cocina, con prisa exagerada, como si
llevara algo explosivo en las manos.)
MUJER SEGUNDA.- ¡Con una cañita y los naipes, estarías completa!
(La
Mujer Primera regresa de la cocina y continúa su tarea.Toma
un jarrón y se dispone a quitarle el polvo.)
¡Deja eso donde está! ¡No te atrevas a tocar ese jarrón!
MUJER PRIMERA.- (Contempla el jarrón sosteniéndolo en una mano.)
¿Por qué no puedo tocar este jarrón? (Hay cierto desafío en su voz.)
MUJER SEGUNDA.- Porque fue un regalo de Rodolfo. (Grita.)¡Eh!
¿Qué te importa? ¡Por qué me molestaré en contestarte!
MUJER PRIMERA.-No lo hagas.
MUJER SEGUNDA.- ¡No lo haré! ¡Cállate!
(Silencio.)
MUJER PRIMERA.- ¿Cuándo fue?
MUJER SEGUNDA.- ¿Cuándo fue, qué?
MUJER PRIMERA.- Que te lo regaló.(Escupe en la maceta de una planta.)
MUJER SEGUNDA.-¡No escupas! ¡Las plantas necesitan agua, no saliva!
¡Qué maldita costumbre! ¡Parecés un pirata!
MUJER PRIMERA.- ¿Cuándo fue que te lo regaló?
MUJER SEGUNDA.- Fue en un cumpleaños, creo.
MUJER PRIMERA.-En el sesenta. Fue en tu cumpleaños del sesenta.
MUJER SEGUNDA.-¿Por qué preguntás si lo sabés? ¿Querés mortificarme,
como siempre?
MUJER PRIMERA.- No. Por un momento no me acordé. Pero ahora, que miro
sus dibujos y este dragón rojo tan lindo, todo volvió a mi memoria.
MUJER SEGUNDA.-(Con reprimida furia.) ¿Querés dejarlo
donde estaba?
(La
Mujer Primera , con exagerado cuidado, deposita el jarrón en
el estante.)
¿Hacía tiempo que no le sacabas el polvo a nada, eh?
MUJER PRIMERA.-Sabés que limpio todos los días. Me ves hacerlo. Pero es
raro...a este jarrón no lo tocaba...
MUJER SEGUNDA.-Hacés bien. No tenés que tocarlo.(Pausa.) La
comida, por favor. Tengo hambre.
(La
Mujer Primera deja el plumero, tiende un mantel, dispone
cubiertos, sale hacia la cocina y vuelve con dos platos humeantes. Ayuda a la Mujer Segunda a
levantarse y sentarse a la mesa.)
MUJER SEGUNDA.-(Probando la comida.) ¡Pero esto está sin
sal!
MUJER PRIMERA.- Ahí tenés el salero.
MUJER SEGUNDA.- ¡No es lo mismo! Una cosa es echarle sal a la comida
cuando ya está preparada y otra muy distinta, cuando se está cocinando.
MUJER PRIMERA.- (Serena.) Te pasás repitiendo que está
demasiado salada. Así, con poca sal, se puede remediar. Del otro modo,
no.
MUJER SEGUNDA.-¡Siempre tenés respuesta para todo! (Comen en
silencio.De pronto, la
Mujer Segunda deja de comer y golpea con
el puño al costado del plato.) ¡El
medicamento! ¡Te olvidaste del medicamento!
MUJER PRIMERA.-¡Es cierto! (Se levanta y se dirige presurosa a la
cocina.Regresa con un frasco. Echa unas gotas en un vaso y se lo acerca a la Mujer Segunda. )
MUJER SEGUNDA.-(Subrayando sus palabras.) Tengo que tomarlo
antes de las comidas. No durante.
MUJER PIRMERA.- (Con aire inocente.) Pero si recién
empezaste...
MUJER SEGUNDA.-(Retirando el plato.) No tengo hambre.
MUJER PRIMERA.- (Está molesta, pero se contiene.) Me
pediste que sirviera, porque tenías hambre.
MUJER SEGUNDA.-¡Me lo quitó el gusto de tus comidas!
(La
Mujer Primera la mira con rabia unos segundos. Después,
levanta los platos y los lleva a la cocina.)
MUJER PRIMERA.- (Desde la cocina.) ¿Querés tarta?
MUJER SEGUNDA.- Está bien. Vamos a arriesgarnos.
(La
Mujer Primera regresa con una tarta, que sirve en dos
platillos. Observa disimuladamente a la Mujer Segunda , que
empieza a comer con evidente placer.)
MUJER PRIMERA.- Le puse frutillas, como te gusta.
MUJER SEGUNDA.- (Comiendo.) Parece bien cocida.
MUJER PRIMERA.- ¿Acerté en algo?
MUJER SEGUNDA.- No te apures, no la he probado bien, todavía.
MUJER PRIMERA.- No tenés que disimular. Te morís por ella.
Siempre fuiste una glotona.
MUJER SEGUNDA.-(El gusto de la tarta ha dulcificado algo la dureza
de su voz.) Hablás demasiado, como siempre. Hace años que hablás
demasiado.¡ Blá, blá,blá, blá! ¡Dejame gustar la tarta!
(La
Mujer Primera la mira comer y sonríe.)
¿Cuánto hace que preparás esta tarta?
MUJER PRIMERA.- ¡Ah, ya ni me acuerdo! Creo que la inventé para un aniversario
de tu matrimonio.(Con intención.) Rodolfo me pidió que hiciera algo especial.
MUJER SEGUNDA.- (Nuevamente iracunda.) ¡No necesitabas
recordar eso!¿No podés dejar los recuerdos en paz?
MUJER PRIMERA.- (Con firmeza hasta ahora desconocida.)
Ciertos recuerdos, son parte de mi vida. Son de las pocas cosas que me quedan,y
no voy a renunciar a ellos.
MUJER SEGUNDA.-¡Pero da la casualidad que tus recuerdos son también los
míos! ¡Casi toda la vida se me ha ido en el intento de deshacerme de tus
recuerdos y de tu persona! ¡Pero sos como el grillo de Pinocho! ¡Siempre estás
ahí! ¡No he hecho otra cosa que cargar contigo!¡ Y te he pedido que no nombres
a Rodolfo! ¡Te he pedido que dejes en paz a los muertos!
MUJER PRIMERA.- (Aparentemente sin inmutarse, ha quedado pensativa.)
Los muertos...(Silencio.) No sé si quisiste de verdad librarte de
mí alguna vez.
MUJER SEGUNDA.- ¿Que no quise? ¡No intenté otra cosa en años!
MUJER PRIMERA.- Cuando me fui, salieron a buscarme. Y no dejé ningún
indicio que los hiciera pensar a dónde había ido. Pero igual me encontraron y
me trajeron de vuelta.
MUJER SEGUNDA.-¡Y bien que lo agradeciste! El tarambana con que te
habías fugado ya te había abandonado y hacía quince días que estabas en aquella
pensión de mala muerte, escribiéndonos cartas que nunca llegaron a
nosotros,comiendo como un gorrión y trabajando...no sé en qué.
MUJER PRIMERA.- En lo del gorrión, acertaste. Viví como un gorrión. Es
un pajarito inteligente, ¿sabés? Sobrevive en la calle.Y puedo asegurarte que
come muy bien. ¡Y ya te dije mil veces que no me fugué con nadie! Una vez me
viste con un hombre, y te imaginaste que me había fugado con él. Era un
acompañante ocasional, como tantos. Y no era una pensión.¡ Era un hotel! Sabías
en qué trabajaba en ese momento, pero te cuidaste muy bien de olvidarlo...o más
bien de fingir que lo olvidabas... En todo caso,fueron ustedes los que
insistieron en que volviera.
MUJER SEGUNDA.-¡Ja! ¡No te resististe demasiado! Además, en tus cartas,
te ponías sentimental y decías que nos extrañabas...
MUJER PRIMERA.- Esas cartas las escribí para mí. Fue tu indiscreción la
que las descubrió antes de que las rompiera. Nunca tuve intención de
mostrártelas. ¡Pero me las robaste y las leíste!
MUJER SEGUNDA.-Rodolfo y yo teníamos la obligación de protegerte. Eras
demasiado incauta, demasiado desvalida.
MUJER PRIMERA.- ¿Yo, era la desvalida?
MUJER SEGUNDA.- Lo demostraste al caer en los brazos del primer Don
Juan con bigotito de villano y vaqueros a la moda que se te atravesó en el
camino.
MUJER PRIMERA.- ¡Insistís con lo mismo! (Chilla.) ¡El Don Juan
que decís, me ¡pa-ga-ba! para acostarse conmigo.(Un silencio. Vuelve
al tono anterior. Con intención.) Rodolfo también tenía bigotito de
villano.
MUJER SEGUNDA.- ¡Por favor! ¡No hagas comparaciones!
MUJER PRIMERA.- Un hombre va, otro viene...Y todos son parecidos...al
cabo de poco tiempo hasta adivinás sus intenciones...(Con malignidad.)
Que yo sepa, también algunos hombres pasaron por tu vida...pocos. Dos, para
ser exacta.
MUJER SEGUNDA.- ¡Sabés bien que sí! ¡Y también sabés de memoria qué
papel jugaste en eso! ¡No sigas recordando! ¡No te conviene! ¡Y no me aburras
más!
(La
Mujer Primera la mira con odio unos segundos. La Mujer Segunda golpea
con el bastón en el suelo.)
Quisiera escuchar música, por favor. Así, por lo menos, no tengo
que oír tu cháchara.
(La
Mujer Primera va al tocadiscos, escoge un disco, lee
detenidamente sus caras, y elige una. Coloca el disco, suena el bolero "Pecado".)
MUJER SEGUNDA.-(Golpeando frenéticamente con el bastón en el
suelo.) ¡Esa canción, no! ¡Esa canción, no! ¡Apaga eso! ¡Apaga
eso!
(La Mujer
primera apaga el tocadiscos y esboza una sonrisa casi imperceptible.)
¿Querés torturarme, ¿verdad?
MUJER PRIMERA.- (Con aire inocente.) Lo hice sin querer.
MUJER SEGUNDA.-¡Lo hiciste sin querer! ¡Lo hiciste sin querer! ¡Esa
canción está prohibida en esta casa! ¡Lo sabés de sobra!
(La
Mujer Primera intenta hablar, pero la otra la interrumpe.)
¡Dejame pensar! ¡No hables!
MUJER PRIMERA.- (Con malignidad.) ¿En qué querés pensar? ¿En lo
que esa canción te recuerda?
MUJER SEGUNDA.- Quiero pensar en la mejor forma de deshacerme de vos.
MUJER PRIMERA.-(Obsequiosa.)Te ofrezco posibilidades. ¿Arsénico?
MUJER SEGUNDA.-(Siguiendo el juego.) Demasiado doloroso.
No soy tan desalmada. Además, deja huellas.
MUJER PRIMERA.- ¿Somníferos?
MUJER SEGUNDA.- ¡Me lo agradecerías! ¡No dormís nunca! Te
pasás la noche en vela!
MUJER PRIMERA.- Costumbre de un oficio antiguo, querida.
MUJER SEGUNDA.- (Sin oírla.) ¡Ya sé! ¡Un martillazo en la
cabeza!
¡Saldría en primera plana! "Anciana mató a su hermana que la
torturaba, hundiéndole el cráneo con un martillo." ¿No suena mal, ¿verdad?
Es original. (Dura.) Pero no tiene gracia. No hay talento, en eso. Tengo que
matarte y quedar impune. Entrar en tu dormitorio cuando estés dormida, y
asfixiarte con una almohada, por ejemplo.(Cambia de tono.) Ayudame. Esta
silla es incómoda. (La
Mujer Primera conduce hasta la mecedora a la otra.)
Sí...he pensado mucho en cómo asesinarte. Lo hago casi constantemente. Me
entretiene. ¿Podría ser un balazo? No. ¿El cuchillo? ¿El envenenamiento?
Tampoco. Son métodos demasiado torpes. Todos dejan huellas, pistas. No creas.
Tampoco he dejado de lado los momentos desagradables de toda ejecución. Porque
ése es su verdadero nombre. Crimen, no.Ejecución.Cumplimiento de una sentencia.¡Claro,
algo sucio siempre hay en esas cosas! Tus esfuerzos por zafarte, los arañazos...(Piensa.)
Debo tener cuidado... eso también puede ser una pista.(Piensa.) He
imaginado tu cuerpo rígido, la tarea de acomodarte en la cama para que todo
parezca un infarto, o un ataque cerebral...en fin, los modos de morir de los
viejos cuando mueren en el sueño...Habría cosas desagradables, sí...!¡Ah, pero
todo se compensaría con la satisfacción posterior!...Cierro los ojos...Cierro
los ojos y me veo explicando a la policía cómo te encontré, llorando a
mares en el velorio y contando cómo te
quería, pero riéndome a carcajadas para adentro...Y me veo por fin sola, sola y
triunfante con mi placer secreto de no haber sido descubierta y de respirar
definitivamente un aire limpio de tu persona!
MUJER PRIMERA.- (Con lentitud.) Y yo me iría de este mundo, sin
decirte lo que tanto has querido saber...
MUJER SEGUNDA.- Eso...eso me lo vas a decir antes de morir. Te lo juro.
MUJER PRIMERA.-Te lo he dicho casi todos los días durante años, y nunca
me creíste.
MUJER SEGUNDA.-¿Amabas a Rodolfo? ¿Era apuesto, verdad? El hombre más
apuesto que hayas imaginado en tu vida.
MUJER PRIMERA.- ¿Empezó el interrogatorio?
MUJER SEGUNDA.- Contestá sólo eso, por favor.
MUJER PRIMERA.-Te lo dije mil veces. Lo quise. Como a vos. Era mi
cuñado, el marido de mi hermana. ¿Cómo no lo iba a estimar? Y era apuesto, lo
reconozco.
MUJER SEGUNDA.- ¿Conociste a alguien más apuesto que él?
MUJER PRIMERA.- ¡Claro que sí! ¡Cientos!
MUJER SEGUNDA.- ¡Cientos! ¡Qué idiota presumida! ¡Como si hubieras
tenido muchos hombres!
MUJER PRIMERA.- Sabés que conocí a muchos hombres, pero seguís
escondiendo la cabeza en la arena.
MUJER SEGUNDA.- Hubo muchos hombres, pero lejos, no? Rodolfo en cambio,
estaba al alcance de la mano, verdad?
MUJER PRIMERA.- ¡Qué sabés! Te inventaste una hermana a tu gusto, y
viviste una vida con una mujer que no era yo.Siempre
te negaste a escucharme, a verme como era, a hablar de ciertas cosas...
MUJER SEGUNDA.- ¡ Acerca de tu vida lo sé todo!
MUJER PRIMERA.- ¿Creés eso de verdad? Sólo conocés el monigote
manejable y solterón que creíste que yo era!
MUJER SEGUNDA.- ¡Dejame recordar, y vas a ver si te conozco o no!
MUJER PRIMERA.- ¡Ya sé adonde querés ir a parar con eso!
MUJER SEGUNDA.- ¡Sí! ¡A oír de tu boca lo que ya sé de memoria!
MUJER PRIMERA.- ¿No estás cansada?
MUJER SEGUNDA.- (Sin oírla) ¿Te acordás cuando conocí a Rodolfo?
¡Ah, qué veneno! La envidia no te dejaba vivir. Parecías nuestra sombra.
Debíamos comprobar que no estuvieras
espiando nuestros besos y nuestras caricias. Lo mirabas embobada.
Entonces, ¿qué hiciste? Decidiste que sería tuyo. Y ya que Rodolfo se había
enamorado de mí...que lo compartiríamos...por poco tiempo, claro, hasta que se
fuera quedando más y más noches en tu cama y abandonara definitivamente la mía.
Y trazaste tus planes, ¿no es cierto?
MUJER PRIMERA.- ¡No es cierto! Sos mala. Mala y mentirosa.
Inventás historias a tu antojo.
MUJER SEGUNDA.- ¿Lo amabas, verdad?
MUJER PRIMERA.- ¡No!
MUJER SEGUNDA.- ¿Pero no lo deseabas? ¡No esquivés la
pregunta!
MUJER PRIMERA.- ¡No!
MUJER SEGUNDA.- ¿No deseabas su cuerpo? ¿Los besos que me daba
apretándome fuerte?
MUJER PRIMERA.-¡No, no, no!
MUJER SEGUNDA.- Antes de que él llegara a esta casa, dormías con la
puerta de tu dormitorio cerrada. Decías que te molestaban los ruidos de la
calle. Pero después, la puerta quedó siempre entreabierta. ¿Para escuchar
nuestros gemidos? ¿Para oírme chillar de placer? ¿O esperabas que estuviera
dormida para hacerlo pasar a tu cama? ¿Qué hacías cuando nos oías? ¿Mordías de
rabia la almohada? ¿O te daba placer? ¿Querías compartir con tus oídos y tus
dedos solitarios nuestro goce? ¡Decí!
(La
Mujer Primera calla empecinadamente.Silencio prolongado.)
MUJER SEGUNDA.- Empezaste a cambiar.¡Sí, cómo cambiaste! Seguiste
pareciendo una monja, porque ese aire de desgracia sólo te lo puede llevar la
muerte. ¡Una monja de minifalda y chillando de colorete! ¡Ja, ja, ja! Por
debajo de la pollera se te escapaba la pata de chivo. ¡Eras una posesa! ¡Un
demonio con polleras!
MUJER PRIMERA.- ¡Pero,por Dios! ¿Por qué? ¿Qué decís?
MUJER SEGUNDA.- (Implacable) Cambiaste tu atuendo. Tan lavado y
sin gracia como siempre, pero te esforzaste. ¡Vaya si te esforzaste! Te espié
mirándote los senos ante el espejo,
levantándolos como cuando éramos adolescentes, tocándote, sobándote...y
pensando en Rodolfo.
MUJER PRIMERA.- ¿Cómo sabés que pensaba en él?
MUJER SEGUNDA.- ¡Cambiaste para él! ¡Escotaste tus blusas y acortaste
tus vestidos! ¡Empezaste a maquillarte como una puta!
MUJER PRIMERA.- ¡Qué sabés vos de putas!
MUJER SEGUNDA.- ¡Tengo un ejemplo en mi casa! Hiciste todo eso para
pasearte de la cocina al dormitorio, para cruzar frente a nosotros si estábamos
en la sala,sólo para que él te viera.Si estábamos en el dormitorio, buscabas un
pretexto para interrumpirnos, ofreciéndonos los resultados de tus insulsos
experimentos culinarios! (Silencio.) Pero veías que no
avanzabas, que Rodolfo tenía a su lado a una mujer de verdad...¡y empezó tu
desesperación!...entonces...llegó el día del baile. ( Con afectada
dulzura) ¿Recordás querida, el día del baile?
MUJER PRIMERA.- (Con voz muy baja) Sí, lo recuerdo. ¿Vas a
recordarlo vos toda la vida, todos los días? ¿No podés perdonar?
(Un breve silencio.) Lo del baile...es lo único cierto
de tu
historia.
MUJER SEGUNDA.- ¿Vamos a recordar, hermanita? Con un pretexto estúpido,
le pediste a Rodolfo que te enseñara a bailar. Pusiste esa canción, ésa que
querés hacerme oir todos los días...y
empezaron. El te conducía como el caballero que era. Pero vos no
querías bailar, no, vos querías apretarte contra su cuerpo, más, cada vez
más...hasta que lo besaste. ¡Frente a mí, ante mis propias narices, lo
abrazaste y lo besaste en la boca! ¡Atrevete a decir que miento! ¡Que estoy
inventando historias!
MUJER PRIMERA.- (Con voz casi inaudible.) No...no sé por qué lo
hice. ¿No podés entenderlo? (Silencio. Camina acorralada. Se vuelve hacia la Mujer Segunda , y se
detiene.) No sé...fue el momento. Allí estaba Rodolfo...pero podía
haber sido cualquier otro.
MUJER SEGUNDA.- ¡Pero no fue cualquier otro! ¡Fue Rodolfo! ¡Como
necesitabas un hombre, te lo llevaste a la cama en mi propia casa! ¡Te llevaste
a la cama al marido de tu hermana!
MUJER PRIMERA.- ¡No es cierto! ¡No es cierto!
MUJER SEGUNDA.- ¡La verdad!
MUJER PRIMERA.- Creí morirme de vergüenza...y de remordimiento. Pero es
inútil...No podés entenderlo...
MUJER SEGUNDA.- ¡No, si lo entiendo muy bien! ¡Lo entiendo
perfectamente bien! Cuando se desea a alguien, la vergüenza y los
remordimientos se tiran a la basura, no? Una se vuelve
osada, puede matar, devorar carne humana, hacer cualquier cosa, con tal
de calmar ese ardor, esa ausencia horrorosa en las entrañas. Después, sí.
Después una puede dolerse de lo que le hizo a la pobre hermanita "¿Dios
mío, qué hice?",se
pregunta.¡Después! ¡Nunca antes! ¡Ni mucho menos durante! Primero, la
barra ardiente que nos llena, nos ahoga, nos hace ver la vida anaranjada.
Después, claro, puede venir el llanto por la pobre hermanita. ¿Por qué tenía
que ser él, hija de puta? ¿Por qué tenía que ser Rodolfo?
MUJER PRIMERA.- (Chilla) ¡Yo no hice nada! ¡Sólo el beso del
baile! ¡Y después de esa noche me fui, me fui, me fui! ¡Te olvidás de eso!
MUJER SEGUNDA.- ¡Para que te buscáramos y te trajéramos de vuelta! ¡ Y
para que yo tuviera que aceptar definitivamente lo que ya era un hecho
consumado! Rodolfo me convenció de tu inocencia, de tu arrebato, de tu
debilidad. Por Rodolfo lo aceptaba todo. Eras mi hermana y deseaba ser
comprensiva. Que necesitabas un hombre, no había duda. Te escapaste con el
primer
putañero que pasó por tu puerta. ¡Así te fue!...te trajimos de
vuelta...y yo no pude dormir nunca más tranquila. Por unos días, cerraste tu
puerta...
MUJER PRIMERA.- De noche no estaba en casa. Salía, caminaba.Iba a algún
bar. Y si me gustaba un hombre, lo invitaba a mi mesa y después nos
acostábamos. (Suavemente.) Lo que vos siempre deseaste hacer y nunca te
atreviste ¡Eso hacía! No necesitaba a tu Rodolfo.
MUJER SEGUNDA.- ¿Quién es ahora la que inventa historias? ¿Querés que
me trague semejante mentira?
MUJER PRIMERA.- Hay muchas más cosas en mi vida de las que has podido
soñar.
MUJER SEGUNDA.- (Sin oírla) ¡Vos en un bar! ¡No me hagas reír!
¡No, no irías a buscar en un bar lo que tenías en mi casa!
MUJER PRIMERA.- No lo creas. Total, siempre creés lo que se te
antoja...
MUJER SEGUNDA.- ¿Y después, que pasó? ¿Te acordás?
MUJER PRIMERA.- Después enfermaste.
MUJER SEGUNDA.- Y llegó tu gran oportunidad.
MUJER PRIMERA.- Estuviste dos veces a punto de morir.
MUJER SEGUNDA.- ¡Es cierto! Me había olvidado de la primera vez.
MUJER PRIMERA.- Tuve que internarte en un sanatorio y te enamoraste del
enfermo de la habitación vecina. (Conciliadora.) ¿Querés recordar eso?
¿No querés jugar?
MUJER SEGUNDA.- (Se distiende y suaviza.) Sí, por favor.
MUJER PRIMERA.- Estoy algo olvidada.
MUJER SEGUNDA.- No importa. Yo te ayudo.
MUJER PRIMERA.- Está bien. ¿Hago el Vecino?
MUJER SEGUNDA.- ¡Sí, sí! ¡El Vecino! Vamos a empezar.
MUJER PRIMERA.- Paseamos por el parque.
MUJER SEGUNDA.- ¡No,no! Jugamos a las cartas. Todo empezó con
el juego de cartas.
MUJER PRIMERA.- Da lo mismo empezar por cualquier lado. El final
siempre es el mismo.
(La
Mujer Primera ayuda a la Mujer Segunda a
levantarse y a
sentarse a la mesa. Sale hacia los dormitorios y regresa
con una caja de zapatos. Se sienta enfrente de la Mujer Segunda ,
destapa la caja y saca de ella dos máscaras, tendiéndole una a la Mujer Segunda. Esta
se la calza. La máscara representa el rostro de una mujer joven y rubia, con
los labios exageradamente pintados de rojo. La Mujer Primera se
calza otra, que representa el rostro de un hombre joven, con pelo renegrido y
un bigote casi imperceptible. Da cartas imaginarias.)
MUJER SEGUNDA.- El está dando cartas. Yo lo miro. Empecemos.
(En los parlamentos que siguen, cuando la Mujer Primera asuma
el papel de El Vecino impostará la voz, aunque sólo logrará un timbre de dudosa
masculinidad. Por su parte, la
Mujer Segunda regresará al pasado, y se esforzará por manejar
una voz más joven, casi infantil.)
MUJER PRIMERA.-Usted juega, señora. Señora...
MUJER SEGUNDA.- ¿Yo? ¡Ah, sí! Perdone, estaba distraída.
MUJER PRIMERA.- ¿Por qué me mira así?
MUJER SEGUNDA.-¿Yo lo estaba mirando? No me di cuenta. Pensaba en otra
cosa. Discúlpeme. (Se levanta la máscara.) ¿Cómo lo miraba?
MUJER PRIMERA.- (Se ríe, se levanta la máscara.) Me contaste que
lo mirabas como una jovencita y supongo que él se reía por dentro.
MUJER SEGUNDA.- ¡No es cierto! ¡El también me miraba a
hurtadillas! (Ansiosa.) ¡Y ahora el paseo por el parque! ¡El
paseo por el parque!
(La
Mujer Primera ayuda a la Mujer Segunda a
levantarse, ambas se calzan las máscaras y pasean por la habitación.)
MUJER PRIMERA.- (En el papel de El Vecino.) El aire es suave
hoy, ¿verdad? Aunque todavía hace frío.
MUJER SEGUNDA.- Sí, ya se siente venir la primavera.
MUJER PRIMERA.- ¿Quiere sentarse?
MUJER SEGUNDA.- Sí, gracias. Estoy un poco cansada.
MUJER PRIMERA.- En este banco hay buen sol. (Ambas se sientan.)
MUJER SEGUNDA.- (Se levanta la máscara.) ¿Qué hizo después?
MUJER PRIMERA.- (Se levanta la máscara.) Te tomó delicadamente
las manos.
MUJER SEGUNDA.- ¡Ay, sí! ¡Las manos! ¿Y qué dijo? ¿A ver si te acordás?
MUJER PRIMERA.- Dijo : "Parece que tiene frío" (Duda.Cambia
de tono.) ¿Y después?
MUJER SEGUNDA.- Yo no hice nada. Hacía frío, realmente.
MUJER PRIMERA.- Friccionó tus manos. Así. (Lo hace.) Y dijo: (Cambia
el tono.) no logro calentarlas. Debe ser que no estamos suficientemente
repuestos todavía, no?
MUJER SEGUNDA.- Yo dije : ¿Qué pensarían si nos vieran así?
MUJER PRIMERA.- El preguntó : ¿Qué pensarían?
MUJER SEGUNDA.- Yo : Cosas raras...
MUJER PRIMERA.- Y él...él...(Hace esfuerzos por recordar.)
MUJER SEGUNDA.- ¡Ya te olvidaste! El me miró a los ojos, me miró
fijamente a los ojos y me dijo : ¿Qué cosas raras pueden pensar de un hombre y
una mujer ? (Silencio.) En ese momento no pude contestar
nada...¿y después? ¡Después! ¿Qué pasó después?
MUJER PRIMERA.- Se quitó la bufanda del cuello y te envolvió las manos
con ella.
MUJER SEGUNDA.- ¡Qué galante! ¿Y qué dijo?
MUJER PRIMERA.- (Hace el gesto de envolverle las manos con la
bufanda. Se calza la máscara. La Mujer Segunda la imita.) Quédese así un rato.
Verá como se calienta.
MUJER SEGUNDA.- ¡Seguí!
MUJER PRIMERA.- Perdone, pero...nunca se siente sola?
MUJER SEGUNDA.- A veces. Pero puedo soportarlo. (Pausa.Se miran.)
Dígame, ¿está intentando seducirme? Así suelen empezar las
declaraciones de amor. ¡Por favor no me vaya a hablar de lo que guarda en un
rincón del corazón! ¡No soporto la cursilería. Trate de no ponerse ridículo,
quiere? ¿Sabe una cosa? No puedo aguantar ni las personas ni las situaciones
ridículas.
MUJER PRIMERA.- ¿Le parezco un farsante?
MUJER SEGUNDA.- (Levantándose la máscara.) ¡Era un farsante!
Pero no dijo eso. Dijo : ¿Le parezco ridículo?
MUJER PRIMERA.- ¿Le parezco ridículo?
MUJER SEGUNDA.- Ahora, con esa cara de desvalido no. Hace un momento,
sí.
MUJER PRIMERA.- (Levantándose la máscara.) ¿Qué agregaba él?
MUJER SEGUNDA.- ¡Nunca te acordás de nada! Decía : ¿Sigue con frío? (Se
calza la máscara.) No. El ejercicio
me hizo entrar en calor.
MUJER PRIMERA.- Algo así como boxear, no? Contra quien se encuentra
indenfenso.
MUJER SEGUNDA.- Usted no está indefenso...no,no como boxear. Algo así
como desnudar.
MUJER PRIMERA.- Usted desnuda a los demás, pero quiere mantenerse
vestida. ¿No le gusta que la desnuden?
MUJER SEGUNDA.- De esa forma, no.
MUJER PRIMERA.- Es decir que prefiere seguir ocultando sus sentimientos
y sus deseos. (Pausa.) Escuche. Le voy a hacer una propuesta. Quédese con la
bufanda. Yo iré a buscarla a su habitación...esta noche.
MUJER SEGUNDA.- No, gracias. Ya me calenté. Tome. (Le entrega la
bufanda.) Abríguese o se resfriará.
MUJER PRIMERA.- (Se quita la máscara y la arroja a un costado.)
¡Y ahí te levantabas y huías! Te quedaste esperando toda la noche contra la
puerta cerrada con llave y cuando sentiste que movían el pestillo, te
paralizaste y no llegaste nunca a dar vuelta la maldita llave!
MUJER SEGUNDA.- (Sacándose con violencia la máscara y arrojándola
al suelo.) ¡Mentira! Dejé la puerta entreabierta. Entró y se metió en mi
cama. (Pausa larga. Con rencor.) Se restableció antes que yo. Pasaron
unos días. Lo busqué por el parque, y no estaba. Fui a su habitación y me
encontré con un desconocido. Se restableció antes que yo y se fue sin
despedirse y sin que siquiera llegara a saber cómo se llamaba. ¡Huyó de mí!
¡Así me pagó el placer que le dí!
MUJER PRIMERA.- En todo caso, te pagó con el placer que te dio. ¡Bueno,
por hoy es suficiente! Estoy aburrida de este juego. Lo repetís siempre.
¡Siempre repetís las mismas mentiras!
MUJER SEGUNDA.- (Bajando la voz.) Ocurrió como dije.
MUJER PRIMERA.- ¡Ocurrió que te encerraste en tu habitación y no te
atreviste a abrirle!
MUJER SEGUNDA.- Hicimos toda la noche el amor...al amanecer
estábamos desfallecientes, pero dichosos. Dichosos y en calma.
MUJER PRIMERA.- ¿Por qué no te vió más, entonces? ¿Por qué ni siquiera
se despidió?
MUJER SEGUNDA.- No sé. Los hombres son así. Se aprovechan y se van.
Siempre se van. (Pausa. Con nueva agresividad.) Pregunté en la Administración. (Baja
la voz.) Lo había ido a buscar su
mujer. Se fue con ella. (Silencio.) Fue raro...(Con
malignidad.) ahí no te metiste, no trataste de quitármelo. ¿No te gustaba?
MUJER PRIMERA.- (Burlona.) No. Yo tenía otros amores. Amores
secretos.
MUJER SEGUNDA.- ¡Amores secretos! ¡Qué gracioso! (Un largo
silencio.)
MUJER PRIMERA.- Después, ya con Rodolfo en casa, enfermaste de nuevo...
MUJER SEGUNDA.- (Con violencia.) ¿Querés recordar eso? ¡Muy
bien! ¡Vos lo buscaste! ¡No digas después que fui yo la que empecé! Enfermé y
llegó la oportunidad que tanto habías esperado. ¡Estas malditas venas! No podía
hablar, no podía moverme. Sólo podía mirarte. Sólo podía mirarlos. ¡No podía
dejar de mirarlos! (Con amarga ironía.) Hasta donde alcanzaba mi vista,
claro.
MUJER PRIMERA.- Te arranqué de la muerte. Te cuidé siempre, no me
recrimines eso, por favor.
MUJER SEGUNDA.- Me cuidaste, por supuesto. Si hubiera muerto,
no habrías podido vivir con la mugre de tu conciencia. (Declama.)
¡El rayo divino! ¡El castigo del cielo! ¡Los dioses y los demonios
castigándome, pudriéndome las venas, porque no merecía a Rodolfo, que debía ser
tuyo y no mío. ¡Eso era lo que imaginabas!
MUJER PRIMERA.- Te cuidé porque eras mi hermana y porque era
mi deber.
MUJER SEGUNDA.- ¡Qué abnegada! ¡Por Dios! ¿Querés dejar las frases
hechas? Me necesitabas viva, para gozar de tu revancha. Y yo estaba tan viva
como una planta. Sólo podía respirar. Pero veía y oía casi todo lo que
hacías...Había quedado inútil para el amor. Eso...permanecía sólo como un buen
recuerdo. Y ahí estuvo lo mejor de tu plan. Saber esperar. ¿Esperar, qué? Algo.
Algo que me sacara de en medio. Y ese algo ocurrió. Eras una triste y lavada
sustitución del amor, claro. Pero aunque fuera eso, Rodolfo lo necesitaba. Yo
veía cómo acentuabas tus escotes, el rimel de tus pestañas, el pintarrajeo de
tus labios, tus ronroneos de gata en celo. Cuando me creías dormida, trancabas
mi puerta y se encerraban en tu dormitorio. Entonces fui yo la que oí, la que
no podía dejar de oir tus jadeos y los de Rodolfo.Te complacías en chillar,
vengándote siniestramente.
MUJER PRIMERA.- De noche no estaba en casa. Eso lo estás inventando.
MUJER SEGUNDA.-(Sin oírla.) Llegaron al descaro de
abrazarse este mismo cuarto, detrás de
mí, donde yo no podía alcanzarlos con mi vista. ¡De lo que no se daban cuenta
era de que podía oírlos! ¡Desde mi cama, inmóvil, podía oir el sobar de las
manos de Rodolfo sobre tus senos, tus piernas, tu sexo! Afectaban ser solícitos
y eran unos hipócritas! ¡El también! ¡Ese canalla también! ¿Por qué lo hiciste?
¿Por qué?
MUJER PRIMERA.- (Con gran seguridad.) ¡Yo no hice na-da! ¡Nun-ca
vis-te na-da! ¡Todo lo inventaste!..¡Todo!...A veces me pregunto si existís
realmente, si no sos también algo inventado, una especie de fantasma que se
desvanece de un manotazo...pero ocurre que no.Sos bien sólida. Me rompería la
mano. La Mujer
Segunda hace señas a la Primera de que la ayude a
levantarse. La Mujer
Segunda lo hace y la conduce hasta la mecedora. Largo
silencio.)
MUJER PRIMERA.- Está bien.
MUJER SEGUNDA.- Está bien, ¿qué?
MUJER PRIMERA.- ¿Querés saber
toda la verdad?
MUJER SEGUNDA.- ¿Por qué no me dijiste hasta ahora?
(La
Mujer Primera guarda silencio.)
MUJER PRIMERA.- ¿Sabés por qué? Porque
pensé que tu rencor se gastaría. Pensé que los años te harían olvidar...
o comprender. Que la vejez te volvería a la realidad, que bajarías de la
nube...pero no, me equivoqué. Viviste tu odio día a día. Seguís viviendo por
él. ¿Sabés cuántos años hace que se repiten estas mismas escenas? No, no lo sabés. Hace mucho tiempo. Demasiado
tiempo. Ya estarías muerta, si no vivieras alimentada por el rencor. Y yo misma
me habría muerto sin decir nada, si me hubieras dejado en paz...me habría
muerto tal vez en algún lugar lejano...si hubiera estado segura de que no me
traerías de vuelta, para seguir preguntando, preguntando, preguntando! (Largo
silencio.) Te lo voy a decir todo, con una condición :Después me voy. Y
como sé que después que hable no tendrás ya razón para vivir, sólo tendré que
esperar...esperar lejos de aquí, lo más lejos que pueda, que te mueras y te
lleves contigo por fin todo ese odio, bien encerrado en tu cajón, para que no
queden huellas de él en este mundo.
MUJER SEGUNDA.- La criatura que engendramos es adulta y se vale por sí
sola. Exige sus derechos. Ya es un odio viejo y no quiere abandonarnos.
MUJER PRIMERA.- Puede ser. Pero quiero intentarlo, al menos.
MUJER SEGUNDA.- Empezá a hablar.
MUJER PRIMERA.-¡Silencio! ¡Ahora soy yo quien da las órdenes! (Pausa.)
Dejame escuchar mi música, mi canción, dejame recordar lo que yo también
imaginé un día que podía tener y nunca tuve. ¡Dejame soñar que amé a alguien
alguna vez! Quiero escuchar la canción que bailé con Rodolfo.
(Va hacia el tocadiscos, coloca un disco, suena la canción. Empieza
a bailar como en sueños, se abraza, se acaricia, se besa las manos, los brazos,
comienza a gemir y el baile se va
transformado paulatinamente en mímica del acto sexual.
Cuando la canción termina, cae agotada en un sillón.)
MUJER SEGUNDA.-(Que la ha estado observando en silencio, con
creciente furia.¡Te voy a matar! (Le arroja el bastón, que
golpea muy cerca de la Mujer Primera. )
MUJER PRIMERA.-. No, no me vas a matar. Cuando termine de hablar quien va a morir, vas a ser
vos... de rabia. (Pausa) Vamos a bailar.
MUJER SEGUNDA.- ¿Qué?
MUJER PRIMERA.- ¡Vamos a bailar! (Pone nuevamente la canción, le
alcanza el bastón, y se ubica en el centro de la sala.) ¡Aquí!
MUJER SEGUNDA.- ¿Qué estás haciendo? ¡No te atrevas! ¿Qué pretendés?
MUJER PRIMERA.- ¡Te digo que vamos a bailar! ¡Aquí, te dije!
(La
Mujer Segunda se levanta
penosamente y avanza con lentitud hacia el centro de la habitación.)
MUJER PRIMERA.- ¡Fuera el bastón! ¡Yo te ayudaré!
MUJEER SEGUNDA.- ¡No hagas lo que estás pensando!
MUJER PRIMERA.-¡Lo haré! ¿Querés que hable? ¡Vas a ser Rodolfo! (Le
quita el bastón y lo arroja al suelo.)
MUJER SEGUNDA.- ¡No quiero!
MUJER PRIMERA.- (Muy suavemente.) Vas a oír toda la verdad.
(Salvaje) ¡Bailemos! (La abraza y empiezan a bailar. La Mujer Segunda , con
una mueca de asco en el rostro,se deja llevar.)
¡Apretáme más! ¡Rodolfo me apretaba más! ¡Ceñía mi cintura con más
fuerza! ¡Apretá! ¡Era él, quien me apretaba,no yo!
¡Sólo vos, no querías verlo!
MUJER SEGUNDA.- ¡Nooo!
MUJER PRIMERA.- ¡Apretá!
MUJER SEGUNDA.-¡No, no!
MUJER PRIMERA.- (Entreparándose.) Está bien. Nos moriremos
pronto, sin que sepas la verdad. (La Mujer Segunda la aprieta con repugnancia y continúan bailando.)
¡Acercá tus piernas a las mías, como hacía Rodolfo!
MUJER SEGUNDA.- ¡Ya está! ¡Ya está bien! ¡No más, por favor!
MUJER PRIMERA.- (Apretándola.)¡Bailá! Tu rodilla en mi pelvis,
Rodolfo, tu rodilla! ¡Más!
MUJER SEGUNDA.- ¡No, no, no! (Se aparta de un tirón y tambalea. La Mujer Primera le
alcanza el bastón.)
MUJER PRIMERA.- (Aplaude.) ¡Quién iba a decir que una tullida
iba a bailar tan primorosamente! (La Mujer Segunda
intenta golpearla con el bastón, pero falla, y vuelve a tambalear. La Mujer Primera se
aparta, apaga el tocadiscos, mientras la otra camina lentamente hacia la
mecedora.)
MUJER SEGUNDA.- ¡Cómo pudo nuestra puta madre engendrar un ser tan miserable y malvado! (Se sienta.)
MUJER PRIMERA.- Siempre fui más malvada que vos. ¿Sabés por qué?
Porque soy más inteligente. Para ser un malvado se necesita
ser inteligente. La poca inteligencia, puede engendrar seres dañinos,
pero nunca malvados. Además, el mal, como los
músculos, necesita ejercicio.¡Sólo que de aquí! (Se toca la cabeza.)
Tuviste poca inteligencia y tus ejercicios fueron banales. ¡Pero sobre todo
fuiste cobarde! ¡Por sobre todas las cosas, lo que hiciste en tu vida, fue
intentar escapar de la
vida! ¡Estás muerta, querida, hace rato que estás muerta!
(La Mujer
segunda, poseída por la rabia, intenta levantarse, pero en el esfuerzo se le
cae el bastón y sólo puede realizar movimientos convulsos, que la vuelven
agotada a la mecedora.)
MUJER PRIMERA.-¡Si te movés, no digo una palabra más! (La Mujer Segunda queda
inmóvil, mirando fijamente a la Mujer Primera. )
¡Quieta, hermanita, quieta! (Con exagerada suavidad.) ¿Cómo
conociste a Rodolfo?
MUJER SEGUNDA.- ¡No preguntés estupideces!
MUJER PRIMERA.- ¡Contestá!
MUJER SEGUNDA.- ¡Lo conocí en una fiesta!
MUJER PRIMERA.- Esa fue la historia que inventaste. ¡La verdad! ¿Cómo
conociste a Rodolfo? ¡Olvidate de los inventos con que has vivido,si querés que
hable!
MUJER SEGUNDA.- (Con voz muy baja.) Lo conocí en una fiesta.
MUJER PRIMERA.- ¿Seguís en el limbo? A ver un esfuerzo,
querida...¡vamos!
MUJER SEGUNDA.-Lo conocí en una fiesta... Yo estaba hermosa,
muy hermosa...Mi vestido de seda torneaba mi cuerpo como a una
escultura... Rodolfo me invitó a bailar...Salimos....Al poco rato estábamos
solos en medio del salón, porque los demás habían dejado de bailar para
admirarnos...Se apagaron algunas luces...Rodolfo me besó en el
cuello...Después, fuimos al jardín...la noche estaba blanca...él me abrazó, me
besó, me mordió los senos, puso su mano fuerte en mi sexo y me dijo al
oído:"Vámonos de aquí"... Vinimos a casa besándonos por el
camino,deteniéndonos cada pocos pasos para acariciarnos...entramos de puntillas
para no despertarte...y Rodolfo se quedó esa noche y todas las noches...
MUJER PRIMERA.- (Aplaude.) ¡Bravo! ¡Bravo, por tu imaginación!
Pero la verdad, la verdad...es bien diferente. No conociste a Rodolfo
en una fiesta. Nunca fuiste a fiestas. Las odiabas, las temías. ¿Y sabés por
qué? ¡Porque sentías horror de tus piernas deformes! (Chilla.) ¡Por
última vez! ¿Cómo conociste a Rodolfo!
(Largo silencio.)
MUJER SEGUNDA.- Vos...
MUJER PRIMERA.- ¡Sí! ¡Yo, yo!
¡Yo lo traje a casa! ¡Yo! ¡La ingenua, la desvalida, la tímida, la fea, yo te
lo traje, lo deposité en tu cama y cerré la puerta por fuera, porque no podía
soportar más tu esterilidad, tu cobardía, tu envidia!
MUJER SEGUNDA.-(Como en éxtasis, sin parecer escuchar a la
otra.) Bailamos toda la noche...El me llevó al jardín y me besó...
MUJER PRIMERA.- Cuando te lo presenté, hacía meses que me acostaba con
él. Fue uno de tantos. Un hueso que te tiré.
MUJER SEGUNDA.- Mi vestido era de seda dorada...
MUJER PRIMERA.- Inventaste la historia de la monja, de la
mojigata que vos eras, inventaste un doble...que quisiste calzarme como
una camisa. Y mientras yo era una mujer verdadera, enteramente libre, que me
acostaba con quien quería, sintiendo un inmenso placer en ello, un placer
legítimo, un placer animal que recibía el animal que soy, vos navegabas en el
silencio, te inventabas el silencio como un arma y te creabas una realidad
propia, fuera del mundo de los vivos, fuera del mundo de los sanos! Y para mí,
fabricaste un trabajo nocturno, obligaciones que me hacían regresar muy tarde de
la noche a casa, cuando sabías que yo hacía mi trabajo en la calle y de noche!
¡Que trabajaba de puta en la calle! ¡Y te voy a decir más! ¡Rodolfo no era
bueno para el amor! ¡Rodolfo era un animal que se saciaba solo dentro de mi
cuerpo! ¡Un solitario ! ¡Un solitario, como vos! (Silencio.) Nunca lo
quise. Sólo me distrajo.
MUJER SEGUNDA.- Entramos despacio...en puntas de pie... sin hacer ruido
hasta mi dormitorio...
MUJER PRIMERA.- Le dije que quería que te conociera. ¡Lo había elegido
para vos! Sabía que te enamorarías de él. Y así fue.
Pero al poco tiempo, se aburrió. Salía de la casa, y cuando estaba
seguro de que dormías, regresaba y se metía en mi cama. Entonces, me decía:
"Tiene olor a vieja". ¡Ya en aquella época olías a vieja! (Silencio.)
No conté con que te pediría en matrimonio. No conté con que él también había
hecho sus planes. Conocía mi apatía, la que lo empujó hacia vos, y optó
por tu devoción, dos sirvientas, y una casa segura. Cuando a un vago
bonito como Rodolfo se le presenta una oportunidad como ésa, no lo piensa
demasiado. Se casaron y lo rechacé. No apareció por mi dormitorio por un
tiempo. Era el cuadro perfecto. La hermana, la empleada para todo servicio,
sirviendo, halagando a los recién casados, fabricando tartas especiales... Una
noche apareció en mi dormitorio, y lo rechacé. Se había casado contigo, y
aunque no lo creas, quise respetar eso.
Lo rechacé y se puso furioso. Empezó a gritar y temí que te despertaras...
MUJER SEGUNDA.-Estaba despierta...
MUJER PRIMERA.-(Ha sentido el golpe, pero se repone y continúa.)
Entonces, se fue. Me dijo que si no podía acostarse conmigo, se iría. Quedé
asombrada. ¡Un putañero! ¡Un vividor, y le estaban fallando los planes!
"Estás casado con mi hermana", le dije. "No importa",
contestó."Vos me empujaste a ella. Si me rechazás, me voy". ¡Y se
fue! ¡Rodolfo no murió, hermanita! Vive, pero seguramente está muy, muy lejos!
¡Huyó! ¡Se escapó de vos! ¡Se escapó de nosotras!
MUJER SEGUNDA.- Era un salón lleno de espejos...mi vestido era de
seda...de seda dorada...me ceñía los senos, las piernas, las caderas...parecía
una escultura...
MUJER PRIMERA.- Lo del baile...no lo hice por maldad...te lo
juro...Sólo soñé...Ese fue el único momento de mi vida en que me permití
soñar...(Silencio.) No cambié mi modo de vestir
para llamar la atención de Rodolfo, sino para llamar la atención de todos los hombres. Fui una puta,
hermanita, y nunca lo quisiste ver. No hubo nunca empleo nocturno ni espionaje
de lo que ustedes hacían, que me importaban un bledo...Por las noches estaba en
las calles, como los gorriones...libre como ellos, acostándome por dinero. Por
ese dinero que nos ha alcanzado hasta ahora.
Enfermaste por primera vez y perdiste el trabajo. Vendí todas las cosas
valiosas que había en la casa y cuando todo se esfumó, me pregunté si iba a
seguir siendo virgen a los veinticinco años, si me iba a quedar anclada en el
deseo. Y como no quería ser una copia tuya ni quería sufrir como vos sufrías,
¡como deseaba tener un hombre encima!,salí a la calle. Fui a un bar y empecé a
mirar a un tipo. Se acercó a mi mesa, se sentó, conversamos, me invitó con una
copa."Cobro tanto", le dije. Aceptó y me llevó a un hotel.¿Y sabés
que fui feliz? El tipo ahí, puteando por
las sorpresas que da la vida,con miedo por las consecuencias de haberme
desvirgado, preguntándome una y otra vez si era mayor de edad,¡yo tenía
veinticinco años y me preguntaba si era mayor de edad!... estaba divertida,
divertida y feliz... Y después fui diestra, muy diestra! Conocí el sexo. Saqué
a luz su ley y su poder. Cultivé un arte antiguo que me permitió hacer dinero,
pagar tu enfermedad, poder vivir hasta ahora...Si me acostaba con Rodolfo, no
era por hacerte daño, sino porque me pagaba. Hasta que se casó contigo.(Silencio.)
En realidad te mentí en lo de la maldad... Una puta no es buena ni mala, es lo
que es. ¿A qué hombre le interesaban mis sentimientos? A los hombres les
importaba cuánto cobraba y si hacía bien mi trabajo... Y Rodolfo nos abandonó.
A mí, porque sabía que no iba a cambiar de parecer, y a vos, porque te faltaba
como esposa, lo que a mí me sobraba como puta...(Largo silencio.) Esa es
la verdad. La única. Hay una sola.
(Largo silencio.)
MUJER SEGUNDA.-¿Podés poner esa canción que tanto te gusta?
(La
Mujer Primera la mira.Está luchando interiormente. Después obedece. Se escucha la canción.)
El bastón. Quiero el bastón. (La Mujer Primera se
lo alcanza.La Mujer Segunda se levanta y camina hasta el centro de la
habitación.)
Por favor, las máscaras.(La Mujer Primera le alcanza la
máscara de la mujer rubia y la ayuda a calzársela. Se
calza la del hombre.
MUJER SEGUNDA.- Enseñame a bailar, Rodolfo, cómo se hace...
MUJER PRIMERA.-(Toma a la Mujer Segunda por la cintura. Con voz
quebrada.) Yo te enseñaré...(Comienzan a bailar.)
MUJER
SEGUNDA.- Ceñíme más, Rodolfo, ceñíme más...Vamos a bailar... Después iremos al
jardín y nos besaremos...Así, Rodolfo, así...
Apagón
FIN
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